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Ni la gravedad de la pandemia, ni los muertos que se cuentan por miles, han detenido las falsas informaciones y la desinformación en el Perú. Peor aún con la puesta en marcha del proceso electoral abril/junio 2021, el arbitrario manejo comunicacional nos muestra su peor cara.


La emergencia sanitaria que fue decretada, hace más de un año, debido a los contagios por el Covid-19, puso en evidencia carencias infraestructurales en un sector tan estratégico como Salud. Pero además puso al desnudo, también, irrefrenables taras de la idiosincrasia peruana.


Se sabía, lo han sabido siempre quienes gobernaron el Perú, que Salud y Educación han sido, y son, los sectores más precarios y vulnerables por el negligente abandono presupuestal; entre otros factores. Calcular actualmente los daños de la mortal pandemia es tarea impredecible.


Sin embargo, es oportuno recocer que factor agravante, en la lucha contra el coronavirus, es la conducta de la sociedad peruana. Como con todo lo que ha ocurrido en la era republicana, esta pandemia nos sorprendió en luchas fratricidas por el control del poder y gobierno.  


No hemos podido, hasta hoy, dar una mejor respuesta en las estrategias de combate, por falta de unión entre los peruanos; gobernantes y gobernados.


¿Por qué a los peruanos nos es tan fácil repetir errores del pasado? Repetir, en gesto sadomasoquista, aquellos que fueron los más dolorosos e indignantes de nuestra historia.


¿Qué debe ocurrir para que alguna vez, solidarios todos, concretemos la, conquista del extenso territorio que poseemos y aprovechemos sus riquezas, para crecer y desarrollar individual y colectivamente? 

  

Esta “guerra” contra los virus invasores, que por más de un año viene dejando muerte y desolación en muchos hogares, nos hace recordar el triste escenario de la Guerra del Pacífico.


Hoy, otra vez como ayer, dejándose guiar por políticos traidores, a quienes solo mueve la ambición de poder y riqueza. Ahora, como en el siglo XIX, tenemos un pueblo inerme permitiendo ser gobernado por la peor clase política de su historia. Dejando hacer y dejando pasar. Sin el temple de Túpac Amaru; Micaela Bastidas; José Olaya; José Faustino Sánchez Carrión; Miguel Grau; Francisco Bolognesi; Alfonso Ugarte; Daniel Alcides Carrión; José Abelardo Quiñonez; entre otros héroes de nuestra Patria.


Esta vez, como si las olas de muerte no importaran, los gobernantes de turno optaron primero por resolver sus intereses partidarios, antes que defender al pueblo del ataque viral. No hubo un cierra filas, ni un llamado a la unidad para la defensa nacional.


Quizás el escándalo mayor fue la vacancia del presidente Martín Vizcarra. El congreso de la República, en dos intentos y con las irresponsables decisiones del Tribunal Constitucional (TC), logró liquidar a quien comandaba la lucha contra el Covid-19. Lo que vino después, es historia reciente y conocida.


El espectáculo miserable de los políticos nacionales era, solo carroña para los buitres del internet. Para ellos, los que informan y desinforman de noche y día, el tema de la pandemia mundial daba para más; en su imaginación y mentes retorcidas.  




En las redes sociales comenzaron a circular millones de noticias, falsas o verdaderas; de fuentes confiables o no; de autor conocido, o anónimo, pero que, para el común de la gente, era como soportar un “virus” paralelo.


¿A quién creer, o quién dice la verdad?


Lo cierto es que, sobre el Covid-19, se tejieron versiones para la imaginación más diversa. Para el rezo, o, para el espanto.


De acuerdo con algunas hipótesis, de estos informantes, el virus ha sido creado exprofeso. El fin, exterminar a sectores de la población mundial. Sin embargo, nadie se atreve a señalar, quiénes y cómo, podrán sobrevivir los genocidas. Los magnates, que estarían tras esta maldad, ¿quieren un planeta para ellos solos? Por lo menos hasta hoy, ¡no se conoce que alguien haya descubierto el elíxir de la vida…!


Algunos profesionales de la salud, en conferencia, han dado cátedra sobre los peligros del virus y cuestionaron a los gobiernos por autorizar vacunas; o el uso de protectores, como mascarillas o barbijos. Sin embargo, tampoco alcanzaron propuestas y/o, alternativas de protección o sanación. En fin, sería tarea ociosa el hacer una lista de las presunciones, comunicados, avisos que se han difundido alertando a la sociedad. Pero lo que se propala en estos medios, generalmente, no fomentan sentimientos de solidaridad. No brindan mensajes de esperanza. Quienes difunden esta basura informativa, más parecen heraldos de la muerte.  


En cuanto a las comunicaciones sobre el tema electoral, son igualmente cuestionables. Tanto en los medios de difusión convencional, como en las nuevas formas que permite la revolución tecnológica. Existe un periodismo inicuo. La verdad, objetividad e imparcialidad que debe ofrecer está manchada, por intereses económicos y/o, lo que es peor, por defender la corrupción.


Manipulación del periodismo
Viñeta de Manel Fontdevilla


La mayoría de los periódicos, de circulación nacional, adoptan una “línea” no solo para vender, sino para que tal o cual candidato sea promocionado o destruido. Si un agudo lector revisa portadas de estos matutinos, llegará a la conclusión de que éstas exhiben, odio y venganza.


No existen, salvo muy honrosas excepciones, voceros de la verdad y el bien común.


Son numerosos medios de comunicación, lo cual debería ser saludable para la patria, pero estos no cumplen el rol que les asigna la Ley General de Industrias: “Empresas de apoyo a la Educación”. No orientan a una población electoral que, como es sabido, no tiene una formación cívica y política. Desinforman y falsean nuestra realidad nacional.




En cuanto a los voceros del Internet; son comunicadores del libre albedrío; sin patria y sin Ley.   

Las comunicaciones han evolucionado, a través de los siglos, adoptando diversas formas. Desde los milenarios hallazgos, figuras rupestres; jeroglíficos; papiros; y otros signos testimoniales, hasta la revolución tecnológica, trasmisiones satelitales; internet; redes sociales, etc.  


Además, el informar y ser informado, es un derecho de vital importancia y trascendencia social. Las leyes así lo consignan en las diferentes naciones del mundo. En el Perú, la Constitución Política lo señala exprofesamente.


Lo cuestionable está en el uso que se otorgue a este derecho consagrado. Libertad de expresión, SÍ. Pero no libertinaje. El límite de la Libertad, siempre debe ser, la dignidad. El derecho de uno termina donde comienza el derecho de los demás.


epesquerre@gmail.com 

*Fotos: Difusión      

1 comentario:

  1. Cierto vivimos en un pais donde los medios de comunicación son parte de la maquinaria de la corrupción, y que no les conviene cambiar el "modelo economico exitoso" en terminos macroeconomicos pero un verguenza en cuanto a favorecer a los mas pobres y abandonados, porque nadie come PBI, reservas internacionales, edtabilidad economica tal como indican los grandes gurus defensires del modelo de hambre

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