La humanidad ha
declarado la guerra a la naturaleza, algo tan insensato como suicida.
Las consecuencias de
nuestra temeridad ya están provocando sufrimiento humano, importantes pérdidas
económicas y un aceleramiento de la erosión de la vida terrestre.
Poner fin a esta guerra
no supone una renuncia a los logros en materia de desarrollo que tanto ha
costado conseguir ni a las aspiraciones legítimas de las naciones y personas
más pobres a disfrutar de un mejor nivel de vida. Al contrario, hacer
las paces con la naturaleza, garantizar su salud y aprovechar los beneficios
—tan esenciales como infravalorados— que aporta resulta fundamental para lograr
un futuro próspero y sostenible para todos.
Existe el riesgo de
que, debido al enorme sufrimiento provocado por la pandemia de COVID-19, se
pase por alto la apremiante necesidad de transformar nuestra relación con la
naturaleza.
Nuestra máxima
prioridad consiste en salvaguardar las preciadas vidas de las personas y sus
medios de subsistencia.
No obstante, al exponer
la vulnerabilidad humana, la pandemia también puede contribuir a hacer… un
punto de inflexión que nos permita dirigirnos hacia un mundo más sostenible e
inclusivo. Este informe sienta las bases de la esperanza.
Al reunir las
pruebas científicas más recientes relativas a los efectos y amenazas asociados
a la emergencia climática, la crisis de la biodiversidad y la contaminación que
acaba con la vida de millones de personas cada año, pone en evidencia que
nuestra guerra contra la naturaleza ha destrozado el planeta.
Sin embargo, también
nos muestra el camino hacia un mundo más seguro mediante un plan de paz y un
programa de reconstrucción posterior al conflicto.
Al transformar
nuestra percepción de la naturaleza, podemos reconocer su auténtica valía.
Al reflejar dicha valía en las políticas, planes y sistemas económicos,
podemos canalizar las inversiones hacia actividades que permitan restaurar la
naturaleza y sean objeto de recompensa por ello.
Al reconocer a la
naturaleza como una aliada indispensable, podemos desatar el ingenio humano en
favor de la sostenibilidad y garantizar tanto nuestra salud y bienestar como
los del planeta.
Hacer las paces con la
naturaleza es la tarea más importante que acometeremos en los próximos
decenios. Debemos aprovechar la oportunidad que nos presenta la crisis de la
COVID-19 a fin de acelerar el cambio…
Si cada país, ciudad,
institución financiera y empresa del mundo aúna esfuerzos para alcanzar las
cero emisiones netas en 2050, aún resultará posible evitar los efectos más
perniciosos del cambio climático.
La transformación de
otros sistemas —incluidos aquellos relativos a la producción de alimentos y la
gestión del agua, la tierra y los océanos— requiere un grado similar de
urgencia y ambición.
Los países en
desarrollo necesitan más asistencia a fin de remediar el deterioro de su medio
ambiente. Solo así resultará posible volver a encaminarnos hacia el logro de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible de aquí a 2030…
Tenemos la capacidad de
transformar nuestro impacto en el planeta. Una economía sostenible impulsada
por soluciones basadas en la naturaleza y la energía renovable generará nuevos
puestos de trabajo, infraestructuras más limpias y una mayor resiliencia en el
futuro.
Un mundo inclusivo en
el que se conviva en paz con la naturaleza permitirá a las personas gozar de
mejor salud, ejercer plenamente sus derechos humanos y, por tanto, llevar una
vida digna en un planeta saludable.
António Guterres
Secretario General de las Naciones Unidas
Febrero 2021
*Imagen de Portada: Difusión
*Extraído
de Informe “Hacer las paces con la
Naturaleza”
Autor:
PNUMA (Programa de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente)
Año:2021
ONU
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