“Porque la Belleza es
tema central de toda labor creadora, también de la Arquitectura”.
¿Cómo podríamos vivir
sin la Belleza? La Belleza es para el ser humano tan necesaria como el aire que
respiramos. Sin la Belleza, esta vida no merecería la pena ser vivida.
Pero, ¿está la Belleza
al alcance de todos? Sí, lo está. De mil maneras, pero lo está. Desde niños, en
casa y en la escuela. Hasta los mayores, hasta que cuando nos acerquemos a los
cien, digamos con Goya: “Aún aprendo”…
Porque la Belleza va
indisolublemente unida a la razón, a la verdad. Esplendor de la verdad, era
como Platón definía la Belleza. Y, de momento, ni la razón ni la Verdad ni la
Belleza, son patrimonio de los ricos. Son patrimonio de todos…
Dibujar es pensar con
las manos. No sólo para un arquitecto, que es obvio, sino para todos. En la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, sólo hay un Velázquez: el dibujo
del “Cardenal Borja”, uno de los pocos dibujos que se conservan de Velázquez.
Es una verdadera maravilla. Porque Velázquez, antes de ser un pintor
excepcional, era un dibujante fuera de serie…
Buscar denodadamente la
Belleza; porque creo que es lo que hacemos todos los seres humanos, de manera
más o menos consciente… nuestra vida tiene sentido dentro de esa búsqueda de la
felicidad que es la búsqueda denodada de la Belleza…
Decía Montaigne:
“Enseñar no es llenar un vaso, sino encender un fuego”. Y tenía razón. Un
profesor tiene que saber cómo encender de conocimiento el alma y el pensamiento
de sus alumnos. Tiene que saber cómo transmitirles el fuego sagrado de la cultura.
Y para mantener encendido ese fuego, la búsqueda de la Belleza, las bellas
artes son imprescindibles, son la mejor leña para ese fuego…
La inteligencia se
cultiva, como las plantas. Y las Bellas Artes son tierra propicia para el mejor
crecimiento.
Recuerdo un cuento de
Gloria Fuertes, donde un niño para crecer debía leer. Sólo crecía cuando leía
libros. Si este niño no sólo leyera libros sino disfrutara con la Música y el
Dibujo y la Poesía y la Filosofía y la Danza y la Gimnasia, crecería
estupendamente bien…
¿Cómo podría un
arquitecto hablar de la Belleza sin hablar de la luz? ¿Cómo podría un niño no
entender que la luz, la luz del sol en continuo movimiento, es un ingrediente
de la Belleza?
La ventana de mi
habitación en Madrid es ilegal y grande. Y con vistas estupendas a todos los
tejados y azoteas y chimeneas de acero inoxidable que llegan hasta los
edificios más altos de la Plaza de España. Como está orientada a oeste, cada
día al atardecer recibe directamente los rayos de sol que, en invierno me
calientan que da gusto, y en verano también, con menos gusto. Pero por las
mañanas, a la hora precisa, todas las chimeneas que adornan ese paisaje de
azoteas madrileñas, que casi todas son de acero inoxidable brillante, se tiñen
de la luz rosácea del sol naciente de los amaneceres de Madrid. Y por razón del
movimiento de la luz, el prodigio sólo dura un tiempo corto.
A mí me viene a la
cabeza, y al corazón, el que son tocadas por la “aurora de los dedos rosáceos”
de la que tan bien, y tan reiteradamente, nos habla Homero en su Odisea. Les
puedo asegurar que el espectáculo es de una enorme belleza. Y por eso lo traigo
aquí, porque el movimiento de la luz hace visible la Belleza, da razón del paso
del tiempo y, confirma mi reiterada afirmación de que la luz construye el
tiempo. Y la Belleza. Desde la aurora hasta el ocaso.
Baltasar Gracián resume
muy bien todo lo que yo querría decir en torno a las Bellas Artes y la Cultura
y la Enseñanza:
“Nace bárbaro el
hombre, redímese de bestia cultivándose. Hace personas la cultura, y más cuanto
mayor. En fe de ella pudo Grecia llamar bárbaros a todo el restante universo.
Es muy tosca la ignorancia. No hay cosa que más cultive que el saber.” Y, yo me
atrevería a todavía añadir que no hay nada que produzca mayor felicidad que la
Belleza.
Alberto
Campo Baeza.
*Fotografías del Museo de la Memoria de Andalucía, Granada
*Texto
e imágenes extraídos de:campobaeza.com
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