es un arte que conmueve,
melodía que cautiva,
belleza que deslumbra;
fragancia que penetra en nuestra alma…
…Para muestra, versos de quien tuvo una estancia terrenal breve, pero fructífera. Sólo 21 años necesitó para obsequiarnos parte de su espíritu y ser trascendente en la literatura peruana. Estudió, enseñó, viajó, escribió, pero sobre todo vivió de acuerdo a sus ideales y convicciones. Por supuesto… se trata de Javier Heraud.
A Cincuenta y siete años de su incompresible modo de partir a la eternidad, reproducimos sus versos inmortales…
Elegía
Tú quisiste descansar
en tierra muerta y en olvido.
Creías poder vivir solo
en el mar, o en los montes.
Luego supiste que la vida
es soledad entre los hombres
y soledad entre los valles.
Que los días que circulaban
en tu pecho, sólo eran muestras
de dolor entre tu llanto. Pobre
amigo. No sabias nada ni llorabas nada.
Yo nunca me río
de la muerte.
Simplemente
sucede que
no tengo
miedo
de
morir
entre
pájaros y árboles.
Yo no me río de la muerte.
Pero a veces tengo sed
y pido un poco de vida,
a veces tengo sed y pregunto
diariamente, y como siempre
sucede que no hallo respuestas
sino una carcajada profunda
y negra. Ya lo dije, nunca
suelo reír de la muerte,
pero si conozco su blanco
rostro, su tétrica vestimenta.
Yo no me río de la muerte.
Sin embargo conozco su
blanca casa, conozco su
blanca vestimenta, conozco
su humedad y su silencio.
Claro está, la muerte no
me ha visitado todavía,
y Uds. preguntarán: ¿qué
conoces? No conozco nada.
Es cierto también eso.
Empero, sé que al llegar
ella yo estaré esperando,
yo estaré esperando de pie
o tal vez desayunando.
La miraré blandamente
(no se vaya asustar)
y como jamás he reído
de su túnica, la acompañaré,
solitario y solitario.
Poema extraído de POESÍA COMPLETA DE Javier Heraud
©1997, Editorial PEISA
páginas 75 – 76.
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