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La energía sexual no existe. La energía es una y la misma. El sexo es una de las formas en que se expresa, es una de sus direcciones; es una de las aplicaciones de la energía. La energía vital es una sola, pero puede manifestarse en muchas direcciones. El sexo es una de ellas. Cuando la energía vital se hace biológica, se transforma en energía sexual.

El sexo es solo una forma de utilizar la energía vital. Así es que no existe la sublimación. Si la energía vital fluye en otra dirección, no hay sexo. Sin embargo, esto no es una sublimación; es una transformación.

El sexo es el flujo natural y biológico de la energía vital, y la forma más básica de utilizarla. Es natural porque la vida no puede existir sin él, y es la forma más básica porque es el fundamento, no la cima.

Cuando el sexo es todo, la vida entera solo es un desperdicio. Es como construir un cimiento y seguir en eso sin construir jamás la casa para la cual está destinada este cimiento.

El sexo representa solamente una oportunidad para una transformación más elevada de la energía vital. El sexo está bien hasta donde llegue; sin embargo, cuando se transforma en el todo, cuando se transforma en la única puerta de salida de la energía vital, resulta destructivo. Puede solamente ser un medio, no el fin. Y los medios son significativos solo cuando se alcanzan los fines. Cuando un hombre abusa de los medios, el objetivo se pierde. Si el sexo llega a ser lo más importante en la vida (y eso ha ocurrido), los medios se transforman en fines. El sexo crea el fundamento biológico para que la vida exista y continúe. Es un medio; no debiera transformarse en el fin.

Si el sexo se transforma en el fin, se pierde la dimensión espiritual. Pero si el sexo llega a ser meditativo, se le encauza hacia la dimensión espiritual. Se transforma en un trampolín. No existe necesidad de sublimación, porque la energía como tal no es ni sexual ni espiritual. La energía es siempre neutra. En sí, no tiene nombre. El nombre depende de la puerta por la cual fluya. El nombre no es el nombre de la energía en sí; es el nombre de la forma que la energía asume. Cuando hablas de “energía sexual”, te refieres a la energía que fluye a través del sexo, a través de una puerta biológica. La misma energía es energía espiritual cuando fluye hacia lo divino.

La energía en sí es neutra. Cuando se expresa biológicamente, es sexo. Cuando se expresa emocionalmente, puede transformarse en amor, puede transformarse en odio, puede transformarse en ira. Cuando se expresa a través del intelecto, puede ser de tipo científico, puede ser de tipo literario. Es de tipo físico cuando se moviliza a través del cuerpo. Cuando se moviliza a través de la mente, es de tipo de mental. Las diferencias no son diferencias de la energía como tal, sino que de la aplicación de sus manifestaciones.

Así que no es correcto hablar de “sublimación de energía sexual”. Si no se utiliza la puerta del sexo, la energía vuelve a ser pura. La energía es siempre pura. Cuando se manifiesta a través de lo divino, se transforma en espiritual; sin embargo, la forma es solo una manifestación de la energía.

La palabra “sublimación” tiene asociaciones muy negativas. Todas las teorías acerca de la sublimación son teorías de represión. Cuando hablas de “sublimación del sexo”, te transformas en su antagonista. Tu condenación está allí, en la palabra misma.

…Cualquier cosa que se le haga directamente al sexo es una represión. Solo hay métodos indirectos en los que no te implicas en absoluto con la energía sexual directamente, sino que, más bien, buscas abrir la puerta hacia lo divino. Cuando se abre la puerta hacia lo divino, todas las energías que hay en tu interior comienzan a fluir en esa dirección. El sexo es, entonces, absorbido. Cuandoquiera que es posible alcanzar un éxtasis más elevado, las formas inferiores de éxtasis pierden atractivo. No se trata de que las suprimas o luches contra ellas. Simplemente, se marchitan. El sexo no es sublimado; es trascendido.

No transformarás la energía haciéndole algo negativo al sexo. Al contrario, producirás un conflicto destructivo en tu interior. Cuando luchas contra una energía, luchas contra ti mismo. Nadie puede ganar esa pelea. En algún momento sentirás que tú ganaste, y al minuto siguiente sentirás que el sexo te venció. Esto seguirá eternamente. Por momentos no habrá sexo, y sentirás que lo tienes controlado; luego, sentirás que el sexo nuevamente te jala y perderás todo lo que creíste haber ganado. Nadie puede ganar una pelea contra su propia energía.

Si una fuente de mayor éxtasis atrae tus energías, el sexo desaparecerá. No se trata de que la energía haya sido sublimada; no se trata de que le hayas hecho algo. Más bien, se te ha abierto un nuevo camino hacia un éxtasis mayor, y, automáticamente, espontáneamente, la energía comienza a fluir hacia la nueva puerta.




Si andas acarreando piedras y repentinamente te encuentras con diamantes, nunca te darás cuenta siquiera de que tiraste las piedras. Se caerán solas, como si nunca las hubieras tenido. Ni siquiera recordarás que renunciaste a ellas, que las abandonaste. Ni siquiera te darás cuenta. No se trata de que hayas sublimado algo. Se ha abierto una mayor fuente de felicidad, y las fuentes más pequeñas se han apagado por sí solas…

Tal como tiene ojos y manos, también tiene sexo. No están en contra de sus ojos o sus manos, así es que no rechacen el sexo. En esa actitud, la pregunta acerca de lo que debe hacerse con el sexo resultará irrelevante. Crear una dicotomía en pro o en contra del sexo es irrelevante. Es un hecho consumado. Han llegado a este mundo a través del sexo, y es también a través del sexo que se les ha dado la posibilidad de originar un nuevo ser. Son parte de una gran continuidad. Su cuerpo va a morir, de modo que se halla programado para crear otro cuerpo que lo reemplace…

La así llamada actitud religiosa hacia el sexo ha creado una sexualidad pervertida, una cultura que es totalmente neurótica en el plano sexual… El sexo es una realidad biológica; no hay nada malo en él. Así es que no luchen contra él, o lo pervertirán; y un sexo pervertido no es un paso hacia adelante. Es un descenso, es un paso hacia la insanidad. Cuando la represión es tan intensa que no pueden prolongarla por más tiempo, termina explotando; y en esa explosión tú te perderás.

En tu interior se encuentran todas las cualidades humanas, todas las posibilidades. La realidad normal del sexo es sana, pero cuando se le reprime anormalmente, tendremos una sexualidad enferma. Desde la normalidad, es muy fácil movilizarse hacia lo divino; pero hacerlo partiendo de una mente neurótica es arduo, y, en cierta medida, imposible. Primero tendrás que sanar, volverá la normalidad. Al final de ese camino existe la posibilidad de trascender el sexo…

El acto sexual no es, en realidad, un diálogo entre un hombre y una mujer. Es un diálogo del hombre con la naturaleza, a través de la mujer; y de la mujer con la naturaleza, a través del hombre. Es un diálogo con la naturaleza. Por un instante, te encuentras en el flujo cósmico; estás dentro de la armonía celestial, sintonizando con el todo. De esta forma, el hombre se realiza a través de la mujer y la mujer a través del hombre…

Has utilizado las palabras “sexo” y “amor”. Por lo general utilizamos las dos palabras como si existiese una asociación interna entre ellas. Eso no es así. El amor llega solo cuando el sexo se ha ido. Antes de eso, el amor es solo un cebo, un juego introductorio y nada más. Su papel consiste solamente en preparar terreno para el acto sexual. No es más que una introducción al sexo, un preámbulo. Así es que cuanto más sexo haya entre dos personas, menos amor habrá, porque el preámbulo no resultará necesario.

Si dos personas están enamoradas y no tienen relaciones sexuales, habrá mucho amor romántico entre ellas. Sin embargo, cuando el sexo entre, el amor se irá. El sexo es tan abrupto. En sí, es tan violento. Necesita una introducción, necesita un juego previo. El amor, tal como lo conocemos, es solo el ropaje para la realidad desnuda del sexo. Si observas las profundidades de lo que tú llamas amor, encontrarás al sexo allí parado, listo para saltar. Se encuentra siempre a la vuelta de la esquina. El amor habla, el sexo se prepara.

Este pseudoamor se relaciona con el sexo, pero solo como un preámbulo. Si el sexo aparece, el amor desaparece. Por eso el matrimonio mata al amor romántico de forma total. Las dos personas llegan a conocerse, y el juego previo, el amor, llega a ser innecesario.

El verdadero amor no es un preámbulo. Es una fragancia. No lo encuentras antes del sexo, sino después. No es un prólogo, es un epílogo. Si has experimentado el sexo y sientes compasión por el otro, surgirá el amor. Y si meditas, te sentirás compasivo. Si meditas durante el acto sexual, tu compañero no será solamente un instrumento para tu placer físico. Te sentirás agradecido, porque ambos han llegado a una profunda meditación…

Esa profundización siempre se produce a través de la meditación. El método es siempre el mismo. Los niveles difieren, las dimensiones difieren, las etapas difieren, pero el método es el mismo. Ahonda en el sexo y encontrarás el amor. Entrégate profundamente al amor y llegarás a la oración. Ahonda en la oración y te encontrarás con la unidad. Esta unidad es el total, esta unidad es la felicidad, esta unidad es el éxtasis…

No estoy contra el sexo ni estoy a favor del amor. También debes trascenderlo. Medita en él y trasciéndelo. Cuando hablo de meditación, me refiero a que debes pasar por ahí totalmente alerta y consciente. No debes experimentarlo en forma ciega e inconsciente. Hay gran éxtasis allí; sin embargo, en tu ceguera puedes pasarlo por alto. Debes transformar la ceguera: debes llegar a tener los ojos bien abiertos. Si vas con los ojos abiertos, el sexo puede llevarte al camino de la unidad…

Si te abres al sexo con esta intensidad, con este nivel de alerta, con esta sensibilidad, lo trascenderás. No habrá ninguna sublimación, en lo absoluto. Cuando trasciendas, no habrá sexo, ni siquiera sexo sublimado. Habrá amor, plegaria y unidad.

Estas son las tres etapas del amor: amor físico, amor psíquico y amor espiritual. Y cuando trasciendes los tres niveles, te encuentras con lo divino…


**Imagen de Portada: Cortesía de uolala.com

*Extraído de Psicología de lo Esotérico.

Páginas: 33 a 44

Autor: Osho

Editorial EDAF, S. L. Madrid, España. 2008


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