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Revista Arquetipo

Hace más de diez mil años, casi en la bruma de la pre historia, vivió en las tierras de Paiján, un hombre que cultivó con maestría la tecnología lítica, dejando una impronta cultural de largo alcance, al igual que muchas preguntas sin resolver.


El hombre de Neardhental había  dejado de deambular y de atosigar la tierra con su fallida inteligencia, cuando el hombre de Piaján, cual heredero natural del Cro Magnon, pobló la costa de nuestra América para hacer cultura, imponiéndose a una realidad claramente hostil.


Cuando decimos cultura usamos el término en su sentido original. De la raíz colere, indica dos actos o manifestaciones del Ser del hombre: cultivar y rendir culto. Y esto es lo que encontramos en el hombre antiguo en general y en especial en el hombre de Paiján, que trabajó la piedra no sólo para cazar animales, lo cual manifiesta el ánima propia de todo  guerrero, sino, y sobre todo, porque vio en la piedra algo más de lo que vemos nosotros, los hombres modernos.


La manifestación del espíritu llega en el hombre primitivo no sólo a un gran esplendor, sino a una pureza única, la misma que sólo puede explicarse por el hecho de morar en una naturaleza “salvaje”, más cercana a los orígenes.


Más allá de todo prejuicio evolucionista y de la discusión interminable sobre el hombre primitivo, intentaremos acercarnos a este peculiar hombre y a su acción, que parecen desafiar al mundo académico moderno.

 

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El hombre.-


Caracterizar al hombre de Paiján, es decir, describir cómo era de manera conclusiva, no es tarea fácil. La antropología física nos brinda datos básicos, pero que sirven a nuestra intención.


Si bien el descubrimiento del hombre de Paiján, a través del objeto más conocido y representativo de éste, la punta pétrea, empezó desde las primeras décadas del siglo pasado, sin embargo, es innegable que es a partir del hallazgo de tres entierros por parte del estudioso francés Claude Chauchat, en que empieza una nueva era en los estudios sobre este hombre.


Los cuerpos encontrados, de tres personas de edades diferentes, nos darán sin duda información valiosa sobre cómo era este hombre en su substrato biológico.


El hombre de Paiján era alto. Además tenía el cráneo alargado conocido como dolicocéfalo, que es el tipo de cráneo que caracteriza al hombre del Cro Magnon. Este dato debe servir para insistir que el hombre de Paiján era el hombre hecho y derecho, el homo sapiens completo y en estado prístino.


Si como dijo Aristóteles, “ser hombre es conocer”, pues acá tenemos al primer hombre, ávido de conocimiento y presto a imponerse a la realidad. Pero esto siempre está precedido por el afán de entender y encontrar el sentido al mundo en que se vive. La búsqueda de este sentido se realizó en el descubrimiento y la participación en lo Sagrado. Mircea Elíade, el estudioso de la mitología y las religiones del pasado, nos recuerda que los mitos son el producto más elevado de las culturas primitivas. Se refieren a lo sagrado, y “lo sagrado es lo real por excelencia”. (1)


Abierto a esta realidad, el hombre primitivo realiza una vida ritual, sacralizando los momentos cumbres de la vida.


En los entierros encontrados del hombre de Paiján se muestra esto de manera evidente. Los mismos se hicieron de manera ritual, mostrando inequívocamente que poseían ideas de lo sagrado y de la vida después de la muerte.


En el entierro de la persona adulta, el cuerpo está flexionado. Yace sobre una capa de ceniza, y envuelto en una esterilla. Esta persona fue enterrada con cuentas de hueso, algunas puntas pétreas y una lagartija. Además, la cabeza está orientada hacia el norte.


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Arte rupestre.-


A propósito de los aportes culturales del hombre primitivo, el arte rupestre en el Perú está plasmado en las cuevas de Toquepala, y en otros lugares del país. En ellos, las imágenes plasmadas muestran a veces unos glifos o símbolos extraños e inexplicables en la actualidad para el mundo académico.


Si bien el hombre de Paiján no guarda relación directa con el hombre de Toquepala, sin embargo, una digresión sobre al arte rupestre, se hace necesaria, toda vez que, según se dice, el hombre paijanense era eminentemente cazador.


La afirmación de que las pinturas rupestres hayan sido sólo la manifestación estética de una realidad natural podría ser sometida a juicio bajo la perspectiva de una metafísica del arte, como la que mostró Louis Catiaux, un sabio francés, hace algunas décadas.


Para él, “el arte no es el resultado de una necesidad estética, como generalmente se cree, sino de una necesidad de dominación mágica”. (2)


Teniendo como guía esta idea, Catiaux sostiene que “los primitivos conocían muy bien la poderosa acción ejercida por el influjo mágico del hechizo de cacería sobre el alma colectiva de ciertas especies. Se ponían en contacto con el espíritu de la manada por medio de un rito de sensibilización de la imagen pintada, y… el rito mágico que sigue sirve para dar a los cazadores el dominio sobre dicha manada por la influencia psíquica que se ejerce sobre la entidad que anima a dichos animales” (3)


Conociendo que la fuerzas naturales participan a la vez de fuerzas invisibles, el hombre primitivo, más sensible por estar cerca al origen, percibió estas fuerzas y trató de doblegarlas, imponiéndose así como creatura de Dios.


Cuando insinuamos que el hombre de Paiján, como el hombre primitivo en general era “mágico”, no  lo hacemos para recalcar una supuesta inferioridad de su obra respecto a la nuestra, sino, para mostrar que ese conocimiento es en realidad una forma distinta de conocer, valiosa en sí misma, de entrar en contacto con la realidad.

 

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Las puntas pétreas.-


Los hombres de la cultura paijanense han dejado miles de puntas pétreas, llamadas comúnmente puntas de lanza. Estos objetos líticos han sido encontrados también en otras culturas, como el caso de Clovis en Norteamérica (Nuevo México), o en la zona andina, donde se ha hallado la llamada punta “cola de pescado”.


La punta lítica de Paiján es más estilizada, triangular, alargada, y tiene además un pedúnculo posterior, que ha hecho que se le llame punta peduncular.


Para la arqueología y los estudiosos de la pre historia, la punta pétrea de Paiján sobresale por su alta factura, indicando a la vez, que para su producción, se hizo necesario todo un proceso productivo, que empezaba con la localización de canteras de piedra apropiada. Después, se iniciaba el tratamiento propiamente dicho, el mismo que exigía un trabajo cuidadoso y refinado. Los golpes abruptos o con una fuerza desmedida podían quebrar la punta, haciéndola inservible. Según los expertos, la producción de cada punta lítica pudo durar un promedio de siete u ocho horas. (4)

 

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La función de las puntas líticas.-


La convención de que el hombre primitivo era eminentemente cazador, ha hecho que se otorgue a la punta pétrea de Paiján la única función de ser arma de caza de la fauna terrestre existente. Sin embargo, el tiempo ha puesto en evidencia que esta tesis, no es tan consiste, al menos si se quiere presentar de manera concluyente y absoluta.


La fragilidad de las puntas pétreas, según Chauchat, difícilmente atravesarían la piel de algún mamífero. El estudioso francés, quien primeramente pensó que las puntas podían ser para el uso de collares, postuló que debido a lo improbable de su uso en la caza de mamíferos, se habrían usado para cazar algunas especies de peces. Para otros estudiosos, como el arqueólogo Gálvez Mora, las puntas de lanza no pudieron ser utilizadas para cazar peces, debido a “su gran movilidad antes y después de ser empalizados”. Por otro lado, pese a sostener que sí sirvieron para cazar mamíferos, afirma que “este implemento fue utilizado a muy corta distancia, esto es cuando la presa estaba ya reducida, por acorralamiento, trampa o despeñamiento”. También se debe mencionar que para Gálvez Mora, “no puede descartarse el significado que pudieron tener las puntas paijanenses típicas con partes perforantes agudas, como elementos de diferenciación de status al interior de esos grupo de cazadores recolectores”. (5)

 

Las piedras del rayo.-


La piedra es una realidad física. Pero como símbolo manifiesta una realidad invisible o supra física. De este significado simbólico de la piedra es algo de lo que el academicismo moderno no insiste o simplemente ignora.


La dureza de la piedra asegura perennidad, y como piedra bruta o informal “capaz de recibir todas las formas posibles, la piedra se presentó siempre a los hombres como un símbolo de lo sagrado” (6)


En muchas tradiciones espirituales la piedra transparenta lo divino, pues su origen es celeste. De ahí su asociación con el rayo, pues muchas piedras eran consideradas provenientes del cielo. Estos son los famosos aerolitos. Sea la Piedra Negra de la Kaaba, en la Meca, o los menhires y dólmenes, se consideraban “mensajeros” celestes. Por eso, el cuarzo, como ha indicado Elíade, era usado por los chamanes.


Las piedras entonces no son masas inertes, sino entidades vivas y con poder.


Revista Arquetipo


Las puntas pétreas han sido llamadas en algunas tradiciones antiguas las “piedras del rayo”, pero no necesariamente porque hayan caído del cielo, sino porque, como ha explicado el sabio francés René Guénon, “rompe y hiende, y por eso representa al rayo”. (7)


El rayo viene del cielo y es luz. Llega acompañado del trueno. Es poder puro. Tremendo y salvaje. Manifestación y símbolo del poder divino, de ahí que el símbolo de Zeus o Thor sea el Rayo.


Para conjurar las fuerzas dramáticas, el hombre de Paiján, como todos los hombres primitivos, buscó el “material” adecuado, silex o cuarzo, y los trabajó para tener el poder del rayo y así conquistar el mundo.


“El rayo es el arma del Dios del cielo”, y la punta pétrea el arma del hombre en la tierra.

 

Por Enrique V. Paz Castillo.

 

 

Notas:

1.-Mircea Elíade, Lo sagrado y lo profano, Ed. Guadarrama, Barcelona, p.85

2.-Louis Cataiaux, Física y metafísica del arte, Ed. Herder, Barcelona, p. 81

3.-Obra citada, p. 92

4.-Elmo León Canales, Orígenes humanos en los andes del Perú, Universidad de San Martín de Porres, Lima, 2007, p. 100

5.-César Galvez Mora, En torno a la hipótesis del uso de puntas de proyectil para capturar peces en el paijanense, en revista Arqueobios, setiembre 2008, p. 64-74

6.-Luis Miguel Otero, Iniciación al simbolismo, Ed. Obelisco, Barcelona, p. 99

7.-René Guénon, Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, EUDEBA, Buenos Aires, 1969, p.85

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*Artículo publicado originalmente en Revista “Paiján” Febrero-2014. TESEO Ediciones. Páginas: 04-06; “El hombre de Paiján – Certezas y misterios del hombre más antiguo del Perú”.

*Imagen de Portada: Cortesía de Revista "Paiján".

*Imágenes: Difusión

 

 

 

 

 

 

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