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“Solo mi corazón tiembla. Solo mi vacío.

La nave se destruyó hace cinco años.

Entonces empecé a dibujar en las

paredes de mi caverna.

Estos son los apuntes de mi propio

desconcierto.

Toda la poética es la sílaba que atraviesa

mi papel…”.


De “Poeta en Marte”.

Poemario Electromagnetismo.

 

Se lo encuentra difundiendo versos y narrativa de diferentes autores, además de la propia; dónde; en la web, en sus redes sociales, en alguna plaza, en un café, o en la orilla de la playa de su ciudad natal Lima, Perú. Asimismo, viajando por diferentes regiones del país, llevando su pasión por la literatura. También ha salido del país, invitado a participar en el extranjero y hacer oír su voz poeta; estamos hablando de Julio Barco y su pasión por la poesía, la narrativa, la literatura.


El primer poemario lo escribió en una noche y manifiesta siempre estar en estado creativo. Sus 19 libros, publicados en diez años, entre poesía, novela, ensayo, conversaciones y antologías lo confirman; y a la vez lo han hecho acreedor de varios premios y reconocimientos.


Tiene expectativas, objetivos, sueños, y probablemente ese apasionamiento que le pone en lo que hace y difunde, promete un presente de versos y constante trabajo literario, además de un futuro de inminente evolución personal, el cual enriquecerá aún más su poesía


Su voz es rebelde, voz creativa, voz constante, voz que se hace escuchar. La voz manifestada con pasión nadie puede detener su expresión.

 

Y qué dice esa voz, quién es, qué desea, qué atesora, qué busca…

 

RA: ¿Quién es Julio Barco?


Yo creo que es una forma de hacer literatura. Es una voz poética, es una fuerza de la naturaleza, y también es alguien que ama la literatura desde los 12 años y que han luchado hasta ahora, todos los días por mantener ese amor, digamos,  por encima de lo que la rutina, la vida y los problemas cotidianos se nos enfrentan. Soy alguien muy apasionado, como bien lo dices, por el arte y la literatura. Creo que Rilke tenía razón cuando dijo que un día sin escribir es como morir. Siento que un día sin leer ni escribir para mí, es un día perdido.

 

RA: ¿Por qué escribes? ¿Qué te mueve?


Me lo he cuestionado. En un primer momento me movía el querer manifestar mi yo interno, mis experiencias más íntimas.  Después me movía también la cuestión social. Mi segundo libro “Respirar” tenía una idea de la poesía como una persona social, una crítica hacia la realidad que vivimos; el capitalismo que vivimos, deshumanizante.


Pero me retraigo más al fondo y analizo más mi vida; mi primer impulso por escribir era el tratar de expresarme internamente de manera sincera y auténtica y es un impulso que me brotaba de manera natural.


De pronto, en una época de mi vida empecé a tener un "Diario" donde escribía mis pensamientos y sentimientos, a los 11 años.


Hubo un momento en el cual la experiencia que yo contaba no me bastaba sino que necesitaba ponerlo de manera más intensa. Y nacieron los acrósticos, sin tener ninguna idea de lo que era la poesía, sin haber leído muchos poetas sino simplemente porque jugaba con la palabra. Por qué lo hacía, porque me sentía impulsado a esa forma de comunicarme. Era una forma de existir.


RA: ¿En tu casa había poesía, libros, algún detonador, o cómo te inició el empezar a escribir?


Bueno, yo creo que hay muchas influencias en mi caso. Pero creo que el impulso siempre fue interno y obviamente nace de mi propia búsqueda personal, digamos, de mi propia soledad. Desde niño también tuve una infancia muy solitaria, muy introspectiva en cierto modo, y para mí los libros eran una forma de compañía, una forma de conectarme a un mundo más allá de mi propia realidad.


Y luego también tuve profesores que me dieron cuentos a leer, para mí fueron claves. Por un lado, mi padre también me regalaba libros qué en un primer momento no leía, pero luego empecé a leerlos. Mi abuela también me regalaba libros clásicos de cien páginas, clásicos me permitía soñar con Áyax, con la guerra de Troya,  ver la miseria que cuenta Víctor Hugo o leer el teatro de García Lorca.  Leí muy joven Bodas de Sangre y la forma cómo se armaba la  música de ese libro, me embriagada.


Y sentía que la literatura tenía ese poder en mi vida. Me sacaba de la realidad y me metía a una realidad más intensa. Era como un sueño despierto.


Y claro, hay miles de influencias. También tengo un tío que es profesor, que tenía una gran biblioteca y siempre que iba a su casa me ponía a leer algunos libros. Pero en general, creo que fue una cosa interna, más personal y luego se fue puliendo…

 

RA: Tu primer libro fue “Me da pena que la gente crezca” en el 2012; ya has publicado 19 libros en 10 años, ¿cómo te sientes con eso? por un lado; y por otro ¿tus libros guardan cierta relación o c/u es una etapa que terminas e inicias otra?


Creo que toda mi literatura tiene un circuito, pero que yo comprendo después cuando lo observo. Lo hice, y lo contemplé y veo que todo tiene una relación. Pero yo escribo por impulsos, por necesidades y luego me doy cuenta que hay conexiones.


De hecho mi primer libro es cómo lanzar una pelota contra los vidrios, pero el segundo libro es parte de cuatro libros que es como uno solo. Estoy pensando en una arquitectura de cómo armar una obra, y luego de  esos, los libros, los que van naciendo son otros caminos, concatenaciones.


Mi forma de crear literatura es como Mariátegui contaba en su prólogo de los Siete Ensayos… una forma  a veces caótica pero que guarda relación. Yo puedo escribir muchos poemas y luego veo que todos tienen una relación, y eso es un libro.


Hay libros que han salido así, como también hay otros que sí los he pensado de una forma, como cuando tengo un tema y trabajarlo. Pero esto lo he logrado después de 15 años de trabajar la literatura.


En un primer momento yo no escribía poesía, escribía narrativa. Tenía un "Diario" como te contaba y luego me pasé a los cuentos. Tuve una etapa de narrador, contaba historias en el barrio. En quinto de secundaria escribí mi primera obra de teatro en la clase de Religión, que nunca se estrenó.


Y la poesía llegó casi a fines de la secundaria. Leí un poema de Javier Heraud qué se llama Poesía de otoño, justamente dice en sus versos:


“¿Por qué me acechas de este modo, poesía?/ ¿Por qué me persigues insistentemente? / Bien sabes tú que nunca te he llamado / Y menos ahora en que espero el otoño…”.


Y cuando yo escuché esa voz… Yo leía la narrativa y la narrativa es una historia, pero Javier Heraud me llevó a la intimidad, me llevó a la subjetividad, y me hizo verme a mí mismo.


Es el gran un espejo que pone la poesía, que te hace verte a ti mismo, que de repente no estamos viendo al poeta, estamos viéndonos a nosotros mismos. Y cuando me reconocí a mí mismo dentro del lenguaje, la poesía me fascinó. Y porque la poesía también tiene el poder de ser algo más hechizante. En la narrativa hay que leer 40 páginas para llegar a la parte muy importante, pero que vale la pena. En cambio la poesía te la tiene que poner en 2 páginas o no vale y por eso la poesía me encanta. He descubierto que la poesía tiene ese poder sintetizante y de transformar el lenguaje para llegar a una configuración mucha más íntima, más sagrada y más poderosa.


RA: ¿”Me da pena que la gente crezca” es un libro de narrativa o poesía?


Es poesía. Es un poemario que escribí en una sola noche. En esa época yo escribía mucha poesía. Escribía 20 poemas en un rato y los guardaba. Pienso que fue mi error, de pronto, no sentirme más seguro de mi arte en esa época. Tenía 17 años, me sentía inseguro, siempre he sido muy crítico, he buscado la perfección. Pero no la perfección de un soneto que suena rima, sino una perfección de ser el lenguaje, de llegar a mi propio universo. No ser un imitador de los demás, sino tomar sus influencias pero con mi personalidad.


Y cuando escribí “Me da pena que la gente crezca”, lo publiqué con Jorge Luis Roncal de editorial Arteidea, yo estaba en la universidad. Había formado un grupo.  El segundo grupo qué formaba en mi vida.  El primero lo formé en la academia y luego entré en la universidad y creé un grupo que se llamaba Tajo.


Con Tajo, sacamos 8 revistas y tuvimos mucha actividad poética. “Me da pena que la gente crezca” primero fue un libro qué salió por la revista Tajo con el nombre de una suerte de seudónimo que no era mío obviamente, y que era de un poeta que supuestamente se había suicidado, y era un libro póstumo. Lo inventamos.


Cómo tuvo éxito decidimos publicarla, con mi nombre y en una editorial. Pero en esa época no tenía conciencia de lo que era hacer un libro porque tenía bastante diversidad y hubiera sido más lúcido publicar algo más orgánico.


Pasaron cuatro años para mi segundo libro qué era “Respirar” y ahí ya tenía otro concepto de lo que es hacer un libro. Entre mi primer y segundo libro hay un despertar hacia la idea de lo que es un libro y lo que un libro tiene que ser como organismo vivo. Y hay una lectura muy amplia de la literatura peruana también, para buscar mi propia voz también.


RA: ¿Qué era TAJO?


Era en la universidad. Éramos un grupo de poetas, que teníamos una poesía callejera, popular, revitalista y teníamos la onda de hacer cosas en la calle.


Lo interesante es que, no era que no nos escucharan, al contrario había mucha atención. Los primeros días no teníamos la “cancha”, pero después era una fiesta. Más de 30 personas a nuestro alrededor, escuchando lo que leíamos, lo que preguntábamos. Hacíamos lecturas y también  “La olla cultural”, metíamos un libro en una olla y realizábamos preguntas y el que contestaba terminaba llevándose el libro. Hacíamos dinámicas con la gente, también sacamos 8 revistas, viajamos por allí y por acá. Teníamos un blog, hacíamos actividades culturales. Estuvimos 8 años y después ya cada quien se dedicó a sus cosas. Yo empecé a dedicarme a mi poesía y generé Lenguaje Perú, donde se pueden descargar libros, poesías, ensayos de diferentes autores y mi página de Facebook donde vengo desarrollando videos… Cada uno de Tajo siguió su camino, fue parte del proceso.


Tengo más proyectos de generar un movimiento a nivel nacional, con embajadores en cada provincia y generar un diálogo, porque a veces los del sur,  no se conocen con los del norte y viceversa, o no se leen… Son proyectos personales, al margen de mi arte.

 

RA: ¿Por alguno de tus 18 libros sientes algún especial cariño?


Yo siento que todos mis libros me han costado hacerlos. Claro, la literatura puede brotar en algún momento. Me siento siempre en estado creativo, creando poemas y todo me sirve para crear. Siento que toda mi literatura tiene mi fuego.


Pero creo que de todos mis libros, el tercero, y el cuarto en todo caso, que se llama Arder, le tengo un cariño porque fue mi primer libro que fue comentado en el extranjero. Recibió reseñas en México, Colombia, Argentina, España. Es un libro que me abrió muchas puertas de manera internacional. Y con Respirar fui a Chile, con la Fundación Pablo Neruda y tuve una buena recepción de los chilenos, pero creo que Arder es un libro mucho más atrevido.


Y eso también, en todos mis libros no busco repetirme, busco hacer algo diferente siempre. Me gusta plantearme la poesía como una experimentación, siempre innovar; y creo que en cada libro es una forma de seguir otros caminos y seguir otros lenguajes también.


En un libro como Mosaico que es un trabajo más profundo, son diferentes lenguajes…


Trato de olvidarme de lo que creo para estar siempre libre, despejado y seguir avanzando.


En general, creo que toda mi literatura tiene un lugar. Y no solo he hecho poesía, tengo novelas, ensayos, dos antologías de la poesía peruana, y un libro de entrevistas “La galaxia de dos mundos. Conversaciones con Ladislao Plasencki”.




RA: ¿Qué es la poesía para Julio Barco?


Creo que es una construcción consciente y lúcida. Es una exploración de lo que ya se hizo y cómo uno se enfrenta a ese canon. De qué modo te encuentras con tu voz y las voces. Y en ese sentido, la poesía también es un encuentro entre los seres. Y ahí, en ese sentido, es un diálogo. La poesía viene de una conversación en el fondo. Es una conversación de un diálogo y que termina siendo más urgente en algunos poetas, pero de repente más clásico en otros. Pero que termina un proceso, engendra una toma de conciencia del lenguaje mismo. Y entonces la poesía se enfrenta a sí mismo y tiene esa facilidad de verse.


Y por ende, también creo que la poesía es una forma de romper los límites de la mente y digamos, tener otro tipo de conexiones con la realidad y con el mundo.


RA: Cómo considerarías tu poesía. Hay diferentes tipos de poesía; hay unas que son más adornadas que otros, usan más recursos…


Yo creo que mi poesía viene de la tradición poética peruana. Eso es consecuencia de mis lecturas. Y en ese sentido tengo muy claro que Vallejo, por ejemplo, en un momento fue y es determinante. Pero también el grupo Hora Zero. He leído a casi todos los poetas de Hora Zero, y además esa generación del 70. Óscar Málaga, por ejemplo, es importante, pero creo que mirar un poco esa influencia a lo que en su momento es otro tipo de espacio tiempo. Y allí tenemos otro tipo de crítica.


Ahora, el poeta convive con el internet convive con el posmodernismo, convive con el tema del calentamiento global y convive con una sociedad donde ya no hay utopías, donde cada vez se pierde mucho más la colectividad y hay una individualidad exacerbada. Entonces todo eso de ahí también se filtra en mi poesía, porque para mí la poesía también es una forma de sintetizar el caos; y creo que mi poesía absorbe todo eso.


Pero también creo que hay una búsqueda de lo sagrado. Para mí la poesía es un encuentro en buena medida también pura de la realidad. El frente central de la naturaleza está recreando una poeticidad, pero también, digamos, se puede encontrar en una imagen. Es interesante cómo la poesía se encuentra también en una mirada, en una hoja que cae de un árbol, en un color, en un paisaje.


Yo recuerdo mucho las calles de mi barrio y hay muchos poemas míos que nacen también de esa propia reconstrucción. Además, también creo que mi poesía tiene mucha dualidad, realidad contemporánea y trato de ser el  pintor, que pinta todos los colores que me da mi realidad. Miro ya sea la forma de hablar de la gente, de las comidas. Yo hablo también a veces de las comidas en los poemas y es porque también me gusta elaborar una suerte de catálogo de lo estético de los sentidos, de cómo sentimos, qué sabores hay en la textura en cada comida.


Pero bueno, yendo más a mis proyectos, hay una etapa donde yo hago una recreación de los elementos. El aire,  por ejemplo, en la obra Respirar, el fuego en la obra “Arder -gramática del los dientes león”. Es una primera etapa de poesía.


Y luego también otras obras que van teniendo otro tipo de caminos, no como arquitectura de arte, sino que es una obra que ya explora la poesía peruana y la política, y un poco también el eros. El lenguaje de la poesía como una suerte, digamos, de simiente que va a generar en el ambiente del otro un tipo de de florecimiento.


Y así tengo otras etapas, por ejemplo Mosaico que siento que es una búsqueda donde ya hay una intención de la prosa, hay una mezcla con los diálogos, simplemente es mucho más compleja.


Y lo último que estoy haciendo, por ejemplo,  Electromagnetismo, que ya es, digamos, la creación de una persona, que es Tesla, a quien admiro por su idealismo y que a su modo también es un poeta, pero digamos que hay quienes su energía poética la traducen en poemas, pero hay otros que la traducen en arquitectura, en un invento, se traduce en cualquier tipo de materia porque finalmente la creatividad es un lenguaje que no tiene forma.


Creo que en el fondo mi literatura es bastante expansiva. Y trato también de ser una reconstrucción de la vivencia de un pueblo latinoamericano en una época de debacles que encuentra en la literatura una forma de cristalizar toda esa mente, toda esa música de la cabeza, toda esa impresión que ve en el mundo.


En el fondo creo que todos tenemos esa capacidad, digamos, pero algunos la desarrollan, porque obviamente le dedican más tiempo y tienen también el talento para hacerlo y luego dar un testimonio más auténtico de la realidad. Deben ser niños sin caer en lo infantil, porque el niño es el que todavía puede sentirse asombrado y de pronto puede exclamar, porque en el fondo, cuando perdemos esto, envejecemos. Significa que ya no tenemos esa capacidad de siquiera asombrarnos por el mundo.


Yo creo que el arte nos está invitando siempre a reverdecer, y el que escribe está en una constante fotosíntesis en su mente, y por ende puede llegar a una nueva instancia.


Y por otra parte, también tengo una filosofía de la poesía, para mí es un acto muy ligado a la naturaleza. El poema crece como un árbol. La literatura es una semilla que se lanza al espacio y tiempo y yo me siento muy identificado con los dientes de león que son unas plantas que yo he visto por acá y creo que también eso es la poesía, se difunde en el orbe,  pasa por todas partes, llega a otros lenguajes, a otros espacios.


Creo que el arte y la naturaleza afirman la vida. Cuando lo que se está afirmando en el arte es una arquitectura de la mente, de tu interior; es la vida la que se está guardando ahí.  Entonces, yo creo que la función del poeta es ser una especie de jardinero de la mentalidad. Ahí también recuerdo los estudios de Jung que nos plantea al inconsciente como un innato colectivo. Es decir, en el fondo el ser humano tiene una parte colectiva y en esa parte colectiva se comparten ciertos elementos y por ahí el poeta puede acceder a una serie de registros que como ser colectivo guarda.


RA: ¿Qué se necesita para escribir? ¿Cualquiera puede escribir?


Cualquiera puede escribir, pero no creo que puedan llegar a cualquier cierto tipo de nivel. No creo que cualquiera pueda ser Góngora, por ejemplo. Y de ahí el valor de la poesía, es una cosa rara en el fondo la poesía. Si nos ponemos analizar las biografías de los poetas más grandes nacieron en lugares donde nadie pensaba que podrían generar un tipo de arte. Porque la poesía es un arte en cierto modo sofisticado porque requiere estudio, tiempo. Requiere de un espacio de reflexión.


Creo que cualquiera pudiera escribir poesía si tuviera primero ganado el espacio para la cultura, que es una cosa que en nuestro país se debería democratizar. Todos debemos tener un lugar para culturizarnos, no se da a veces por ignorancia, a veces porque no tenemos esa costumbre, o porque no hay recursos.


Porque yo sí creo que la poesía es una respuesta que crece de manera inaudita.


Creo que la poesía es un ejercicio, y en el fondo es colectiva. Todos tenemos una intimidad, todos somos seres humanos al margen de nuestros oficios, pensamos, tenemos conciencia y nos enfrentamos a los grandes temas como la muerte el amor, la vida y; por ende la poesía nos toca, pero hacerla y realizarla es más como a quienes se les ha encomendado esa tarea. Hay pensadores y pensadores. Creo que la poesía, igual tiene sus sombras y sus luces…


RA: Y ¿Qué obstáculos has tenido que enfrentar por dedicarte a la literatura y cómo lo has enfrentado y/o superado?


Bueno en un primer momento, la literatura era una cosa personal, un poco más íntima. No quería que nadie viera lo que escribía. Lo anotaba en mi “Diario” y lo guardaba, lo escondía. Ya cuando empecé a publicar, a separarme de lo que escribía. Entonces empecé a observar que el tema para hacerlo más real era empezar a realizarse, moverse…


Desde la academia y la universidad empecé a armar revistas, recitales. El obstáculo, pudo ser  de no tener un lugar donde compartir mis dudas…


Creé un recital llamado Poético Río Hablador que éramos un grupo de amigos del colegio y leíamos poesía y luego nos íbamos a otros espacios a hacer recitales también. Que no haya eso acá en el barrio puede haber sido un obstáculo. Otro también, es la incomprensión de los otros, que de repente pueden pensar que uno pierde el tiempo. Pero cuando todas esas cosas negativas se acaban, digamos que soy bastante perseverante, y las acciones de mi vida lo afirman.


Por ejemplo, he escuchado a algunos amigos y amigas, cambiar un poco de ruta, abandonar la literatura para generar empresas u otros trabajos, y no meterse a escribir. Porque yo vendo mis libros y hago conferencias, pero en el fondo lo que yo quiero es escribir. Es lo que más me interesa, hacer literatura.


Yo creo que la dificultad, es algo del negacionismo en la juventud, de mis propios colegas de no hacer nada. Cuando se tiene muchas ideas a veces se encuentran con esos no.


Por otra parte, no me deja de sorprender la gente que no me rechaza. Desde que empecé hasta ahorita nunca he dejado de admirarme, como en cada lugar, en todo el Perú y en otras partes del mundo, la gente en todas partes sigue haciendo esto.


La parte de la creatividad siempre me ha entusiasmado y me entusiasma mucho pensar en qué es lo que voy a escribir.


Pienso que se deberían generar leyes a través del Congreso a favor de los escritores y poetas, quizás leyes por ejemplo, de una pensión vitalicia a quienes hayan obtenido un premio nacional de literatura. De repente, generar un tipo de mecanismo para la difusión cultural que nos falta, que se mueva, que no suceda que solamente sea el escritor el que tenga que mover todo.


Conversaba con un amigo escritor, acerca de que de repente alguien obtiene un premio y la editorial que te premia, publica los libros, pero luego los abandona. No hay un interés por meterlos a las librerías, y esa obra a pesar que ha sido premiada termina en el olvido.


Creo que esa es la gran problemática de nuestro país, el gran abismo entre el escritor y la gente, entonces, cómo se puede generar ese puente entre el escritor, el libro, el público…


Cómo generar más eventos, hay muchas formas. Pero hay mucho desinterés. Por ejemplo, este año son los 100 años de Trilce, por qué no se ha dado una acción desde el gobierno, de un día que desde el Congreso inviten a académicos reconocidos y vayan a hablar sobre Vallejo. No les cuesta nada, bueno tendrían que pagarle a los conferencistas. Porque eso es algo que sucede también, que se cree que la cultura debe ser gratuita. Pero los escritores, los conferencistas, tienen que vivir de algo, no. Muchos escritores tienen que trabajar como profesores o muchas veces abandonar la literatura…


RA: Es lo que pensaba cuando comentabas de algunas amistades que abandonaron la literatura por dedicarse a otros trabajos. Es que a veces, sucede la vida, las necesidades vitales que te jalan, digamos. Tú tienes suerte de poder continuar en eso, pero hay gente que no tiene esa suerte…


Claro, yo estoy en esto, con muchos proyectos, conozco a personas; y eso es para mí como un premio porque me dedico a lo que me apasiona. Me gusta demasiado la literatura. Lo que te da la literatura es extraordinario. A veces, yo he preferido eso a otras cosas.


Yo celebro que el éxito sea esto, poder hablar de esto. Haber regresado de viaje de Trujillo, donde he dado una conferencia sobre Vallejo. Este año me la he pasado viajando por varios lugares del Perú, dando conferencias, en actividades. Todo eso a mí me entusiasma porque veo que hay una repercusión y que lo que estoy haciendo tiene una respuesta en la gente y eso me suena bonito porque te motiva.


Los escritores a veces nos sentimos muy desmotivados, pero cuando hay pequeñas motivaciones nos genera entusiasmo para avanzar. Es eso, es el diálogo con las personas, con el otro.


RA: ¿Qué debería suceder para que se lea más?


Es una interrogante que muchos nos hacemos. Yo no sé, porque en el fondo yo leo por placer. Leo sobre muchos temas, leo porque me gusta y no entiendo por qué a la gente no le gusta leer. Y me parece extraño que no tengan ese contacto.


Es un trabajo de profesores también, a mí un profesor me hizo leer cuentos cuando estaba en Primaria, y me encantaban los cuentos. Por ahí empezó un poco el asunto. Ya en la adolescencia ya deberían abrirse a otro tipo de lecturas.


Hay que invertir en libros, deben leer libros en casa. Conocer los gustos y fomentarlos.


Llevándolo a lo más práctico leer nos permite interpretar mejor la vida. En todo caso la lectura tiene un papel. Aunque hay diferentes tipos de inteligencias. Algunos se sienten más cómodos en las matemáticas, otros en el baile…


Creo que la lectura debe de ser una cosa libre, placentera y muy personal, muy sui géneris, muy como tú eres. No es una cosa de imponer.


Por eso es que en el colegio termina siendo eso. Obliga a leer ciertos libros y es una especie de adoctrinamiento, no genera un pensamiento crítico, una rebeldía. Y por ende esa rebeldía acaba.


Y por qué no hay una ley para escritores, ni siquiera aparece como una posibilidad.


Creo que la lectura es un campo muy amplio, hay muchos campos de lectura. La poesía es un universo, la ciencia, el esoterismo, la filosofía, etcétera.


Es empezar a armar una biblioteca con sus propios gustos y luego ir ampliando.


Leer es también costumbre, es como ver televisión. Creo que la cultura hay que tenerla al alcance y volverla parte de nuestro cotidiano. Hay que leer en todas partes de la ciudad, en un parque, en cualquier parte.


Por ejemplo, en Chile vi que en los paraderos había libros que libremente podías coger, lo llevabas a tu casa y luego lo devolvías; digamos, Bibliotecas Comunitarias. Me pareció genial; libros al alcance de la mano de cualquiera.


La lectura es una experiencia también. Generar espacios para esa experiencia. Hay que inventarlos y hay que tratar de buscarlos.


Y es también una voluntad, Dios no quiera que se me apaguen las ganas de leer. No me imagino un mundo sin lectura. No me imagino despertar mañana y no tener ganas de leer. Siempre he tenido el hambre despierto, la voracidad, el deseo, la búsqueda, un gozo; tiene algo de erótico y también de espiritual, profundo. Tiene música, giros, entonaciones, metáforas, imágenes. Es un deleite de los sentidos.


La lectura como una experiencia cotidiana. Cómo generar lectura, leyendo y motivando la lectura. Si te gusta leer y lo haces con entusiasmo, va llegar un momento en que vas a contagiar ese gusto.




RA: Veo que tus libros son publicados por diferentes editoriales…


Si observas mis últimos libros son publicados por mi propia editorial que estoy desarrollando al margen de mi trabajo literario; Editorial Higuerilla. Venimos trabajando y este año hemos publicado a más de cinco autores que se están desarrollando de una manera interesante acá y en el extranjero.


Mis últimos libros son con Editorial Higuerilla, pero en un inicio fue con una editorial arequipeña Arteidea Editores, de Enrique Apaza y Álvaro Cortés Montufar de La Chimba Editores, luego la editorial Metaliteratura de la argentina Ana Abregú, la editorial Periférica que la maneja Nicolás López que es un chileno. No todos mis libros los he publicado por mí mismo. Acá también he publicado Mosaico en la editorial Montacerdos de Carlos Jara…


RA: A tus 31 años ¿qué es la felicidad para ti, Julio Barco?


La felicidad es tener salud, tener la mente tranquila para poder dedicarme a mis proyectos. Que mi familia y mis seres más queridos se encuentren bien, que no sufran, que estén sanos. Y poder dedicarme a lo que hago. Poder darle tiempo a mi vida, a mi literatura, a mis conferencias.


También la felicidad es el encuentro con otras personas, es una caminata con el fin de observar la vida, pensar. Es una canción de Clinton, es un poema de Verlaine, una película de Woody Allen, es la voz de Shakira, es el pensamiento de Arguedas, las canciones de Bob Dylan… y así podría decirte miles de pequeños instantes en donde se basa la felicidad.


Creo que la felicidad es también una voluntad, es una posesión, de cómo piensas tu vida, porque también puedes pensar de manera trágica, y pensarte comparativamente con el otro y por ende sentirte mal. Porque al final la mente la controlamos nosotros. Cada quien puede ver una parte del árbol. Yo creo que la felicidad es elegir que pensar de ese árbol.


Obviamente que la felicidad no es eterna porque también el dolor y la infelicidad es también necesaria. Yo creo que todo es dual. Y esa dualidad es necesaria. Estamos vivos porque vamos a morir y etcétera. Creo que la felicidad es recobrada cuando conocemos la infelicidad.


Creo que la literatura me ha dado siempre dos horas de felicidad al día, siempre ha sido para mí un elixir, un oasis.


RA: Como un soporte emocional, digamos…


Como diría Rubén Darío: “Si hubo áspera hiel en mi vida melificó toda acritud el arte”. El arte tiene esa capacidad de transmutar. Y si uno lee mi literatura es una especie de transmutación de muchos estados que podrían ser no felices pero llevados al lado estético, al lado del arte.


La felicidad es compartir también, es el encuentro con los otros, con los amigos, con la familia. Y obviamente la soledad también es maravillosa, es un espacio para tí.


RA: Crees que es importante el reconocimiento. Si es así ¿hasta qué punto?


Es importante en un sentido que te permite desarrollarte en una forma más libre. Pienso que si los escritores son reconocidos, por ende respetados, podrían hacer su obra de una forma más tranquila.


Pero en general, si revisamos la historia, ninguno de los grandes poetas fue respetado en su época, los hemos respetado porque nos hemos dado cuenta de su talento con los años. Vallejo en su momento fue criticado por muchos, y ahora celebramos los 100 años de Trilce. En todo caso, el reconocimiento a mí me produce una alegría para mi familia básicamente, porque pudieron sentirse algo intranquilos cuando empecé, en todo caso. Siempre hay preocupación del padre y la madre.


Luego, creo que la cuestión no es tanto que te reconozcan sino que te lean, que tu escritura tenga una fuerza en el otro, que pueda motivar a algo. Que me lean 50 años después de mi muerte para mí sería la gloria, porque sería algo transcendente. En todo caso la gloria es eso que tu arte sea fuego vivo en el otro.


Creo que si uno es coherente y consecuente con lo que cree y hace, creo que más importante que estar en los periódicos es que uno tenga valor. Me parecería ridículo buscar un reconocimiento frívolo, solamente para estar en los medios.


A mí me interesa más bien la cultura, que me reconozcan por mis obras, o que mis obras se traduzcan, que de otros países me publiquen, o como ahora que me invitaron a Trujillo a dar una conferencia junto a Bethoven Medina y Marcos Martos. Ese reconocimiento a mí me motiva porque vengo trabajando en esto 20 años. Y llegar a un punto en que pueda compartir lo que he aprendido. Ese reconocimiento me hace ver que lo que hago tiene una repercusión en los otros y me motiva a seguir en esto.


Mis ideas están más enfocadas en mi siguiente libro y mi siguiente libro y de esa manera he trabajado los últimos años. Y creo que 19 libros son consecuencia de haberme enfocado en lo que realmente importa, el trabajo. La única forma de ser escritor es escribiendo y me he dedicado a ello. Creo que es importante cómo tú te enfocas también.


RA: Lo preguntaba, también, porque hay quienes se pierden cuando obtienen reconocimiento, fama; sienten que están por encima de los demás...


Yo me he enfrentado al mundo con mi arte. Vengo de las periferias de Lima, donde hay mucha pobreza, muchas necesidades, la gente vive en los cerros. Eso me hace ver que es vano algún tipo de pose, es más importante tener una mirada más abierta y más receptiva.


Desde los 16 años yo dije: quiero ser escritor y desde esa época hasta ahorita soy consecuente con lo que hago. Quiero ir al extranjero y volver porque quiero aportar aquí en mi país, que la cultura peruana sea lo que debe ser. Y no hacerlo yo solo, sino hacerlo entre todos.


Cuando inicié y era joven, más contra sistema, contra los otros poetas también. Era más incendiario, lo sigo siendo. Ahora uso esa energía para crear, que es más complicado.


Revista Arquetipo


RA: ¿Recuerdas cómo fue ese momento en que decidiste “voy a ser escritor”?


Fue en el año 2000. Yo tenía un diario y escribía todo lo que me pasaba y escribía acrósticos. Luego empecé a pensar en cuentos, les colocaba un titulo, me los imaginaba pero no los escribía.


Un día, de pronto, pasaron los años y me senté frente a una computadora y creé un cuento, de una fiesta y de unos jóvenes que se pierden…


A mí me impactó mucho leer “La ciudad y los perros” de Vargas Llosa; me saca de dónde estoy y lo leí con una voracidad. Entonces, cuando escribí mi cuento, lo escribí un poco inspirado en esa obra. A partir de ahí empecé a escribir cuentos.


Y cuando me daban propinas, las gastaba en comprar libros.


Cuando entre a la universidad yo ya había decidido que quería ser escritor y ya tenía la idea de formar un grupo, y lo hice. Ahí ya se fue formando mi perfil.


Mi primer libro fue con Jorge Luis Roncal “Me da pena que la gente crezca” y ahí empezó mi literatura. Hace 11 años.


RA: ¿Cómo ves la participación de la mujer en la poesía y en el mundo literario, acá en Perú?


Veo que tiene un espacio ganado y cada vez va a ganar más. Hay muchas poetas que han publicado libros y están participando en eventos, ferias… Es una constante. Cosa que no ocurría 10 años atrás, y es algo bueno y necesario porque creo que el diálogo de todos debe ser escuchado.


También creo que lo que debe primar es la calidad al margen de los géneros. Por otra parte, hay gente muy talentosa que yo he publicado y colocado en mis antologías como por ejemplo, Jenny  Solís, Teresa Orbegoso, o Julia Wong que es una poeta que además hace un Festival que se llama “Chepén Chepén” y ya van como 11 ediciones.


También conozco editoras, gestoras culturales, que hacen actividades en sus propias localidades. Hay gente que también trabaja acá por los cerros donde hay un espacio que se desarrolla donde hacen un trabajo con los niños; y así hay varias.


Creo que no podría pensar en el momento actual sin la mujer, en cuanto a aporte, en cuanto a actividad y gestión también.


RA: ¿Cuál es tu sueño? ¿Qué deseas conseguir Julio Barco?


Mi sueño siempre fue ser escritor. Yo deseaba ser escritor de niño. Tenía 15 años. No había escritores a mí alrededor. La gente no leía. Para mí era ser el diferente del salón, tratar perderme en esa lectura. Mi sueño siempre fue ser escritor.


Ahora, mi sueño es que eso se pueda dar en muchos lugares. Que la cultura sea respetada. Que en este país los escritores puedan convivir en medio todas las oportunidades que ofrece la vida actual y que más gente se pueda desarrollar en el arte. Porque es algo colectivo.


Me he dado cuenta que lo que yo hago también influye en los demás. Hay gente que me ha dicho que al leer lo que yo hago, empezó a escribir,  o se cambió de carrera o empezó a hacer sus propios eventos culturales, sus  libros. Todo eso de ahí, también es un sueño. Creo que me gustaría soñar eso también, y que la sociedad siga creciendo.


RA: Participaste en el “Festival de Poesía Latinale” de Alemania (2021) ¿Qué tal fue esa experiencia? Y ¿Cómo te comunicaste?


El festival lo organizó el Centro Cultural de Cervantes que tiene un espacio en Berlín. Es un festival que van poetas de Latinoamérica. Había traductores y también había gente bilingüe, entonces podíamos conversar en español. Y el inglés un poco lo voy dominando.


Fue algo inesperado porque yo no me postulé. Ellos te encuentran, te invitan y es un viaje financiado por ese espacio. Hay publicaciones, traducciones, páginas web donde publican. Este viaje me permitió conocer a muchos más entusiastas de esta actividad que es hacer libros, que es la literatura. Nos reunimos con mexicanos, argentinos… alemanes. Y me di cuenta que el arte y la poesía es un lenguaje que une. En estos tiempos que la gente anda separada por todo, el arte une, conecta; al margen de la genealogía, los gustos, del temperamento. El arte tiene ese poder de acercarnos a diferentes realidades.


Finalmente creo que el ser humano es uno, la experiencia del ser es una y cada uno puede conectarse con ella…


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La literatura de Julio Barco Ávalos se la encuentra en sus 19 libros publicados, en www.lenguajeperu.pe, en sus redes sociales de Poético Río Hablador y Lenguaje Perú, en su web personal juliobarco.metaliteratura.com.ar


Tiene muchos proyectos, mucho por hacer, por recorrer, por crecer, por aportar; y como mencionó, en eso está enfocado. Lo decidió a la edad de 15/16 años, trabajó y trabaja en ello.


Que ese fuego interno, que esa pasión por lo que hace nunca se apague, que se nutra y enriquezca para que refulja aun más.


                                           

“Una interminable carretera por la que yo corro buscando mi ser

plural. Un interminable poema como un cuaderno repleto de

voces / burdéganos umbríos como la noche/ Una interminable

carretera como un cosmos: ese es mi verso. Un interminable

concierto de voces & viento& otra vez viento/verde. Una

interminable carretera por donde huyo de mi madre. Hectáreas de

la soledad en un pueblo de Latinoamérica…”

De “Paradero Prialé

Poemario “Arder”

 

 

*Entrevista por Leslie Paz.        

**Fotografías: Cortesía de Julio Barco.

***Versos extraídos de Electromagnetismo (2022) Y Arder (gramática de los dientes de león) (Tercera Edición 2021). Julio Barco. Editorial Higuerilla.

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