Cuando una NACIÓN llega
a ser concebida como el HOGAR de una sociedad que, unida por vínculos de
sangre, raza, religiones y un territorio histórico, busca su realización como
Patria; siempre tiene, o debe tener, a la EDUCACIÓN como guía y estrategia. Es
entonces cuando la educación; convivencia; progreso; y desarrollo, están
garantizados.
Como Nación no hemos
logrado ejecutar un proceso formativo de buen nivel con los miembros de nuestra
sociedad. Cual hogar acéfalo no hemos aún concretado el sincretismo racial y
cultural que demanda un territorio, de riquezas inigualables, como el Perú. Se
ha dado, por siglos, una convivencia nociva. Nos olvidamos de cultivar "el
amor al prójimo" y de fomentar la identidad nacional.
Es evidente que nunca,
hasta hoy, hemos hecho lo necesariamente suficiente para acabar con el trauma
destructivo de la conquista, esclavitud y guerras que pasaron por sobre
nosotros como plagas degradantes. Sumarle el mal de la envidia, reconocido en
la propia España, como el defecto individual y colectivo de los españoles, nos
dice del por qué somos así.
En esa retrospectiva
histórica vale no olvidar el dogmatismo religioso y político de que se valieron
sistemas de gobierno como el de la monarquía, tal como señalaba Georg Hegel: “…Antiguamente, era la religiosidad la que
declaraba a la razón o al pensar incapaz de conocer la verdad. A menudo ha
declarado que, para alcanzar la verdad, es necesario renunciar a la razón, que
la razón debe humillarse ante la autoridad de la fe…” (1)
Nuestro filósofo,
Antenor Orrego fue también siempre muy claro y preciso: “El enemigo más acérrimo de la libertad es el espíritu de secta. La
secta es el dogma actuando y el dogma es el uncimiento del espíritu humano a
una creencia, a una interpretación unilateral y exclusiva de la vida. Para el
sectario no hay más que una verdad, una sola certidumbre que excluye todas las
demás…” (2)
Analizar nuestra realidad
nacional, en el sector Educación, nos obliga a cuestionar: ¿Cuán trascendente
ha sido la relación gobierno y sociedad, en el proceso formativo de la familia
peruana; en estos más de doscientos años de República?
En artículo anterior,
de Arquetipo, señalaba la inacción, incuria e inatención de los gobiernos para
otorgar al sector EDUCACIÓN una prioridad de emergencia. Ni la publicación por
décadas de los rankings de las Naciones Unidas que ubican al Perú, en forma
recurrente, a la zaga de los países del mundo en Educación, han logrado
conmover a quienes ostentaron el poder en los siglos transcurridos.
Despierta justificada
sospecha y resulta fácil llegar al convencimiento de que la conducta
gubernamental, fue alevosa e interesada. Pueblo que no es formado para
autogobernarse, siempre será reducido a servidumbre, al abuso y explotación.
Es justo y necesario
dejar constancia de cuanto menos alguno de los hechos que muestran y demuestran
la presencia manida y corrupta de gobiernos e instituciones con respecto al proceso
educacional.
En Trujillo, región La
Libertad, consta una ocurrencia atentatoria contra la educación de los sectores
marginados del país. Los hermanos Felipa y Modesto Blanco y Martínez, acaudalados
empresarios legaron a la Beneficencia Pública de Trujillo, en su testamento del
17 de junio de 1893, sus casonas de la ciudad y haciendas Santa Clara; Licapa;
Garrapón; y Chuín Alto, del valle Chicama. En los terrenos ubicados en el
centro de la ciudad deberían seguir funcionando el hospital de Belén y colegio
del mismo nombre. Las haciendas deberían subsidiar los gastos que demanden la
educación y salud de las mujeres pobres. Ya en poder de la Beneficencia, ésta
opta por alquilar a la Empresa Agrícola Chicama Ltda. (Casa Grande) para con la
merced conductiva asumir los gastos del colegio y hospital. Los Gildemeister,
con ayuda del gobierno y del poder judicial lograron arrebatarle la propiedad
de las haciendas Santa Clara y Licapa, en las dos primeras décadas del siglo
XX.
Resulta
sorprendentemente alarmante que en el registro histórico hayan sido dos
gobiernos de facto, Manuel Odría y Juan Velasco, los que realizaron más obra en
el sector Educación. Odría, con la construcción de las grandes unidades
escolares para los colegios nacionales y Velasco con una reforma de la
educación que después fue progresivamente desactivada.
Mención aparte merece las
lecciones de Patria, que nos dieron nuestros héroes Miguel Grau; Francisco
Bolognesi; Abelardo Quiñonez; y Mariano de los Santos, entre otros.
Quedó demostrado
también que los partidos políticos, en tiempos democráticos, jamás propusieron
un plan doctrinario para afrontar el vacío teórico y práctico de la educación
en el Perú. Por el contrario lo que ocurrió es vergonzoso. Nuestros maestros
fueron, en forma sistemática, reducidos a servidores de última categoría.
Llamados por uno de los jefes de Estado: “comechados”. Obligados a ganar las
calles en protesta por reivindicaciones que hasta hoy no llegan. Burlados por
gobiernos sin brújula y sin ideas del rol que corresponde a estos “Jinetes de
la Luz”. Y la prueba de que nunca se dieron políticas de estado para este
sector clave, es esta pobreza
educacional y cultural.
Y hay que ver, quizás
en dolorosa comparación, como están otras naciones del mundo en cuanto al
sistema educativo. En Europa países como Suecia y Finlandia, para mencionar
dos, otorgan una atención preferente a la educación. En Suecia nos informamos
que la educación es gratuita. Que es subvencionada con los impuestos que paga
el sector privado. Acá en Perú, la educación es un gran negocio y en muchos
casos; un vil negocio, para ese sector.
Es una bofetada al
rostro y al alma nacional ver a los “dueños del Perú”, acaparando también el
mercado de la educación. Empresarios que, por un insaciable deseo de poder,
atentan e impiden una distribución más justa de la riqueza. Los miles y
millones de familias peruanas son “obligadas”, por la necesidad de otorgar
educación a sus hijos, a vivir en la miseria.
César Vallejo, nuestro
vate universal, en versos de La cena
miserable nos dice: “Ya nos hemos
sentado mucho a la mesa/ con la amargura de un niño que a media/ noche, llora
de hambre, desvelado/...Y cuando nos veremos con los demás/ al borde de una
mañana eterna/ desayunados todos…”.
Nuestros mejores
líderes han coincidido de que, solo la educación salvará al Perú. Pero es necesario
el despertar de toda la familia peruana. Que se reconozca como tal y que
despierte al alma nacional. Contigo Perú y ese amor a la tierra de las que nos
hablaba en sus versos épicos de La
Bandera, Enrique López Albujar, “…de
esa tierra que es más grande/ más ilustre, más hermosa y más deseada/ cuando
más distante estamos/ de la cresta de sus montes, del murmullo de sus aguas.
*Por
Enrique Paz Esquerre.
epesquerre@gmail.com
Citas:
(1)
Introducción a la historia de la filosofía/ Georg Hegel p. 31/ Editorial Sarpe.
(2)
La pedagogía de Ignacio de Loyola y la de Paulo Freire/ p. 15 Fondo editorial
UPAO.
**Imagen de Portada:
Ilustración
de Giovanni Tazza.
elcomercio.pe
No hay comentarios.:
Publicar un comentario