El
ser humano ha pasado por varias etapas en su desarrollo como tal y como
sociedad. Empero, por la historia podemos conocer la constante lacra que se
repite una y otra vez: seres humanos sometiendo a otros seres humanos. Cambian
los escenarios, las formas, las generaciones; los avances en la ciencia y la
tecnología siguen superándose a sí mismos y nos conducirán quién sabe a dónde; sin
embargo, la explotación, el abuso y el atropello a los Derechos Humanos continúan
sin poder erradicarse de la naturaleza humana.
La RAE define
esclavitud como “sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a
otra, o a un trabajo u obligación”.
Siglo
XXI, año 2021, Tratados, Pactos, Leyes, Reglamentos, Convenciones y Declaración
Universal de los Derechos Humanos; pero, el sistema de la esclavitud sigue
latente. Solo se ha modernizado. Mas lo grave y desolador es que se ha
normalizado.
El
22 de junio del año 2017, el Perú y el mundo entero fue testigo de un hecho que
nos sobrecogió grandemente. Dos jóvenes murieron quemados, encerrados en un
contenedor en las Galerías llamadas Nicolini en la capital, la ciudad de Lima.
Estos dos jóvenes Jovi Herrera Alania de 21 años de edad y Jorge Huamán
Villalobos de 19; fallecieron mientras “trabajaban” encerrados, más de doce
horas diarias y sin posibilidades de ir siquiera a los servicios higiénicos. Lo
desgarrador fue que murieron frente a sus familiares, su alcalde, sus
representantes en el Congreso, su Presidente, sus compatriotas; en un país
donde sus vidas parecían ser insignificantes.
Si
un congresista, una autoridad pública, hubiera estado encerrado en ese
contenedor, ¿la historia hubiera tenido el mismo desenlace? El Gobierno tiene
una obligación moral y económica con sus deudos por no haber cumplido con su
rol como Estado.
En
la actualidad, según los Derechos Laborales, la jornada de trabajo es de 8
horas diarias o 48 horas a la semana para un(a) trabajador(a), con un día de
descanso semanal. Llegar a estos términos se logró gracias a continuas e
históricas luchas por sus derechos laborales por parte de los trabajadores.
Las
interrogantes serían ¿se trabaja para poder vivir decentemente, o se vive para
trabajar? ¿Y la familia, el crecimiento personal, la nutrición espiritual e/o
intelectual, la recreación? Obviamente, en esas condiciones, no hay tiempo para
eso. El resultado: No se crece como persona, grupo y sociedad. Lógica conclusión:
se debe trabajar menos, vivir más.
Si
el ser humano no toma conciencia de ello, entonces continuaremos en el círculo
vicioso. Acotando que un grupo mayoritario, sufre explotación laboral
normalizada, para enriquecer a un grupo minoritario, que se beneficia
descaradamente de ellos, pagándoles un salario mínimo vital cuando están en
condiciones de pagarles mejor y por trabajar menos tiempo. Otro grupo, de
profesionales, sufre esta explotación laboral normalizada, obteniendo una mejor
remuneración, pero con tantas responsabilidades que no terminan ni cuando
regresan a su hogar.
Sería
dable un “Sueldo Mínimo Decente” no vital, y una “Jornada Laboral” que permita
al ser humano, poder “vivir”. Esto implica nuevas luchas para logar nuevas
leyes; o que nuestros representantes, sean personas con las capacidades
necesarias para cumplir con su misión de legislar en bien del ciudadano y
ciudadana.
Los
organismos internacionales pero sobre todo, las autoridades e instituciones nacionales
deben desempeñar con eficiencia su labor y velar por los derechos de los
trabajadores. Fiscalizar a las grandes empresas que formalmente explotan a sus empleados; y a las medianas, pequeñas e
informales empresas que aprovechan la necesidad y desesperación de sus
trabajadores, para que acepten perjudiciales condiciones laborales.
Otro
tipo de esclavitud moderna, es la abominable “Trata de personas”, mayormente de
mujeres. Empero, la veracidad de la siguiente
frase es irrefutable: sin clientes no hay trata. Ser cliente es ser cómplice
de un delito de lesa humanidad.
Asimismo,
es imprescindible, controlar y suprimir la explotación a niños y niñas. Es
pública y conocida, la existencia de niños y niñas trabajando en las minas o en
las calles, y condenablemente con la venia u orden de sus padres. No deben
estar los niños y las niñas en las
calles vendiendo golosinas o pidiendo limosnas, menos aún, padres junto a ellos
y ellas, utilizándoles para pedir caridad. Lo reprobable es que también está normalizado. No obstante, es
exposición al peligro de sus hijos e
hijas, atropellar ellos mismos los derechos de sus hijos(as) e incumplir con su
obligación como padres. ¿Quién protege a estos niños y niñas?
Una
sociedad con organizaciones, leyes y autoridades no puede ignorar estas indignas
situaciones.
Así
como, el hecho devastador de ver a jóvenes pereciendo en condiciones laborales
infrahumanas no debe volver a repetirse. Y que el ser humano tenga que ser
testigo de ello, tampoco. Hiere nuestra humanidad y mata la esperanza de la
posible evolución del ser.
La
esclavitud moderna está normalizada. Somos parte de ella de alguna u otra
manera. Debemos tomar conciencia de ello para poder revertirla. No es posible
ni aceptable tanta ignominia.
*Imágenes
y fotografías: Difusión
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