Hablar sobre la muerte,
en nuestra cultura occidental siempre es asociado con dolor y sufrimiento. Si bien
es triste dejar de relacionarse y compartir vivencias con la amistad, la familia
que se ausentará para no volver más; lo importante es la simbiosis y el enriquecimiento
que se dio cuando interactuamos con esos seres importantes y hasta
transcendentes en nuestra vida.
El cuerpo que alberga
el alma fenece, pero, el alma es inmortal. Las evidencias dejan entrever que
somos más que un organismo multicelular pensante.
Algunos religiosos
afirman que el alma va a unirse con el creador, otros que el alma vuelve a
reencarnar… Qué sucede realmente, lo sabremos cuando toque el momento de
abandonar el cuerpo físico.
No obstante, la vida
continúa en los que quedan. Es necesario proseguir el camino; enjugar el llanto
y celebrar la existencia; por nosotros mismos y en nombre de los que se
marcharon físicamente mas permanecerán en nuestros recuerdos y afectos. Proseguir
hasta que también nos llegue el momento de partir.
Homenajeemos a los
ausentes, recordándolos con cariño, viviendo con alegría, valorando las cosas
pequeñas y sencillas que están alrededor, necesitando menos cosas absurdas, viviendo
bien…
En nuestra sección Oído
a la Música, compartimos la canción “El
día que yo me muera” de la cantante española María de los Ángeles Rozalén Ortuño más conocida como Rozalén.
Melodía que toca el
tema de la muerte, con sencillez y alegría, desde el umbral del que se va…
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