En Nueva Delhi, durante mi estancia en el Aurobindo Ashram, fui atraído por la recitación colectiva de unos mantras alrededor de un fuego, prendido en una pirámide invertida gigante...
La vida cotidiana del
hindú está impregnada de actos rituales. El hombre hindú es un hombre ritual. Y
los actos de adoración muestran a un pueblo todavía conmovido y absorbido por
la idea de lo sagrado. Uno de los actos rituales que conforman la vida de un
hindú son los homas o rituales en
donde el fuego es el centro, como ofrenda o como objeto de adoración.
El fuego está presente
en la India a cada paso, en cada casa, en los maths o áshrams. Pero es en los
templos donde tiene viva presencia. El momento culmen de la adoración es el árati, es decir, cuando se ofrece fuego
a la deidad.
Si como señala la
etimología la palabra hogar viene de hoguera, sólo en la India se vive la
experiencia plena de hogar pues el fuego está prendido sin apagarse día tras
día y en muchas casas, los miembros de la familia se turnan para mantener y
custodiar el fuego sagrado que siempre está en un altar con la deidad que rige
o cuida ese hogar.
Aparte de ello hay como
ya hemos señalado rituales especiales llamados homas y que son realizados por brahmanes, los miembros de la casta
sacerdotal en la India, quienes realizan el rito recitando versos
védicos.
En la India observé
unos homas colectivos que atraen por su fuerza, la misma que está presente no
sólo por el fuego, sino por los cantos védicos que los acompañan y que son
cantados con devoción.
En Nueva Delhi, durante
mi estancia en el Aurobindo Ashram, fui atraído por la recitación
colectiva de unos mantras alrededor de un fuego, prendido en una pirámide
invertida gigante. Invitado a participar en el círculo, seguí los cantos al
tiempo que, como todos, atizaba el fuego echando alguna yerba o astillas de
madera. El canto más recurrente y persistente que reconocí fue el Gáyatri
mantra, un himno védico que tiene un prestigio sin igual en la India y que está
mencionado en varias escrituras tradicionales así como en la Bhagavad Gita:
“Entre los himnos védicos, Yo soy la gáyatri” (Gita: X, 35)
Este mantra es
mayormente pronunciado sólo por los brahmanes. Es el gurú quien inicia a su
discípulo en la pronunciación de este auspicioso mantra. Debo agregar que
dentro del hinduismo los mantras tienen que ser dados por un hombre de
conocimiento, normalmente un swami, para poder ser usados por quienes los
reciben.
Tras la culminación del
homa, los devotos contemplan las llamas del fuego hasta que se apaguen. Los
materiales del fuego ahora son ceniza, pero no como cualquier ceniza que se
produce al quemar algo. Esta ceniza es pura y nunca es negra como la ceniza
común. Algunos discípulos recogen la ceniza que el homa ha producido y marcan
su frente con un poco de ella. Otros lo ingieren con fines terapéuticos.
En lugares considerados
sagrados como Benarés, Haridwar o Allahabad, se pueden ver algunos sadhus
desnudos pero con todo el cuerpo cubierto de ceniza blanquecina.
Esta ceniza es llamada
vibhuti o bhasma y es usada para hacer marcas en algunas partes del cuerpo como
hacen tanto los shivaítas como los vishnuitas. La marca más característica en
el caso de los adoradores de Shiva son tres líneas horizontales en la frente
llamadas tripundra. Algunos también lo usan para hacer la tika, la marca en el
entrecejo, el punto llamado “ojo de Shiva”.
*Por
Enrique V. Paz Castillo / Chandrashekhar
Publicado
originalmente en
sabiduriahindu.blogspot.com
**Imagen:Difusión
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