El principal equívoco
respecto al yoga es que se lo asuma como una gimnasia que tiene como meta la
relajación y un bienestar físico sin más. Y los que ven al yoga de esta manera
ignoran convenientemente la teología y la ética que presupone su
práctica.
La palabra yoga
pertenece al sánscrito, la lengua ritual del sanátana dharma o hinduismo. Y
según estudiosos de la lengua en mención, viene de la raíz yug, que significa
unión. Esta primera observación hace inevitable evocar el término religare (del
cual deriva la palabra religión), de similar valor semántico. Estamos entonces
ante una palabra cuya etimología indica ya una riqueza y profundidad de
significado.
Dado que el yoga es
considerado uno de los dárshanas (punto de vista dentro del cuerpo de las
doctrinas de la India), se hace evidente que antes que una disciplina es sobre
todo un conocimiento y, por lo tanto, el estado de realización que le
corresponde. Por ello el yoga o unión presupone una doctrina cuyo alcance sólo
puede ser el de la metafísica pura.
La idea de unión
insinúa el final de un proceso o disciplina, pero también es usado para indicar
el conjunto de prácticas tendientes a realizar esa unión. El estado de
no-dualidad o la superación de todas las dualidades propias del estado
condicionado humano es el yoga, que a veces es formulado, aunque no felizmente,
como la fusión del atman o espíritu con el supremo Brahman.
Para René Guénon, es la
metafísica pura la que fundamenta la propia realización, es decir, el estado
yóguico, y la versión doctrinal más clara y ortodoxa al respecto la encontramos
en el vedanta, el último dárshana, que significa precisamente, el “fin del
Veda”.
Estas breves
consideraciones preliminares serían suficientes para darse cuenta que el yoga
es algo más de lo que difunden revistas y libros en nuestros medios. Hay una
profusa y abundante literatura sobre “yoga”, que se ha vuelto la herramienta
que hombres modernos usan para exacerbar tendencias contrarias a lo que busca
toda doctrina metafísica tradicional. Dentro del psicologismo moderno se
manosea esta disciplina ancestral, sacándola de su contexto tradicional con el
único fin de atenuar el estrés de la vida moderna y lograr una adecuación feliz
a ese mismo estilo de vida.
Algunos, de manera ya
casi insidiosa, llaman al yoga una “religión sin Dios”. Y aparte del
contrasentido lógico que supone esta expresión, olvidan o simplemente ocultan
que en los tratados clásicos de la India sobre el yoga, la devoción a un istha
devatá (forma de lo divino que manifiesta a Dios y que todo hindú adora a nivel
personal) y una vida moral son imprescindibles para la práctica de esta
disciplina, en cualquiera de sus formas.
Entonces, una
divulgación acrítica y a veces movida sólo por intereses mercantiles ha
presentado al yoga desgajado de su tradición, es decir, de su corazón, que es
de dónde saca sus principios y desde donde se posibilita una auténtica
realización.
Arthur Avalon, uno de los pocos europeos que estudió seriamente el yoga |
Ascesis y Amor
El término ascesis
deriva del griego askasis, que significa ejercicio espiritual. Pensar sobre
esta palabra quizá ayude a entender el sentido del yoga. El ejercicio
espiritual, dentro de la experiencia monástica cristiana, está dado a operar
una transformación o metanoia en el hombre, que, al menos dentro del
cristianismo ortodoxo, se le ha podido llamar sin complejos una divinización
del hombre. Y este proceso de divinización sólo puede ser entendido, según las
fuentes escriturarias de la India, como la superación del estado de
condicionamiento, al que están sujetos los hombres por el solo hecho de estar
en el estado humano. La razón humana no es fiable, pues es una expresión del
conjunto corpóreo del ser humano, y por lo tanto está teñida de su propia imperfección.
Cómo dominar esta mente y aquietarla para que pueda aflorar una instancia
cognoscitiva superior es el desafío primero de toda ascesis y del yoga
tradicional de la India.
El tratado clásico
sobre yoga, atribuido a Patánjali, empieza precisamente así:
“La cesación de los
movimientos de la mente es el yoga”
Así que detener la
mente y sus voraces y afiebrados movimientos es preocupación primera de los
cultivadores del yoga. Entonces, muchas prácticas se vuelven soportes e
instrumentos que buscan predisponer y posibilitar que la fluctuación de lo
ilusorio deje de ser para que lo que en verdad tiene realidad como el atman
sea.
Y estas prácticas, como
hemos dicho, presuponen una moral. Aquí está la importancia del yama y niyama,
las partes integrantes del sistema yoga. El yama es el soporte moral, que insiste en los prerrequisitos básicos como el no matar, el no robar, el no
mentir y el mantener una vida de templanza, pues como enseña el Yoga
Sutra:
“Quien preserva su
semen, alcanza la fuerza viril”
Si el hombre decidido
a hacer yoga cumple esos presupuestos morales, entonces la concentración, la
postura adecuada, la respiración y la meditación le podrán llevar a la meta
buscada. Así que reducir todo esto a una simple gimnasia física, cuyo fin
último es relajarse, es una desnaturalización del yoga.
Pero el yoga no es pura
práctica titánica. No se asume que por sólo esfuerzos propios se realiza al
Brahman Supremo. El camino exige también amor, devoción. Y esto completa el yoga
o le da su verdadero sentido. El hombre realiza esfuerzos, afina su voluntad,
pero se rinde como ser finito a la realidad infinita. Por eso en el clásico
Yoga Sutra se insiste en la devoción hacia iswara o el Señor.
Creo que este aspecto
bháktico (devocional) es el que salva al yogui de caer en la vanidad o la
ilusión de ciertas habilidades o poderes que pueda adquirir en los ejercicios
yóguicos. Esto lo enseñó claramente el gran Ramakrishna, cuando reiteradas
veces se refirió a que el hatha yoga conllevaba un apego al cuerpo, y por eso
lo desaconsejaba a sus discípulos.
Recordar a Dios,
repitiendo sus nombres con auténtica devoción es la vía regia para realizar a
Brahman según el santo de Calcuta. Así que ¿alguien osará desautorizar a
Ramakrishna y afirmará que el dominio del cuerpo es superior al amor por lo
Divino?
*Por Enrique V. Paz Castillo
Publicado
originalmente en sabiduriahindu.blogspot.com
*Imágenes de: sabiduriahindu.blogspot.com
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