Jesús fallece en la
cruz. Un centurión le ha herido con su lanza en el costado. La sangre fluye y
José de Arimatea aparece con la copa, la que se usó en la última cena: recoge
la sangre del Mesías y, acompañado de otros cristianos, emprende viaje a
tierras europeas. Siempre con la copa sagrada: con el Grial.
"La Crucifixión", xilografía de Albrecht Dürer |
La copa o Grial
contiene la bebida de la inmortalidad. Este néctar precioso no es distinto del
amrita o soma de los hindúes o la ambrosía de los griegos que convertía a los
hombres en dioses. Es decir, el vaso o la copa es un símbolo universal. Lo
encontramos en todas las tradiciones y siempre en relación con lo que se ha
llamado el “sentido de la eternidad” y el paraíso perdido. De allí la idea de
su ocultamiento y su búsqueda.
EL ZODIACO Y LA COPA
Se puede decir que el Grial llega a Europa y se encuentra
consigo mismo. Los druidas, que en la antigua tradición celta son los
sacerdotes, poseían conocimientos metafísicos y cosmológicos. Vivían replegados
en los bosques y transmitían su saber de
forma oral. Entre los vestigios que nos han dejado se encuentra un zodiaco de
piedra en un templo de Glastonbury: en el centro de ella se encuentra una copa.
Los bardos, los poetas celtas afirmaban que la copa contenía el “agua de la
resurrección”. Taliesin, otro bardo del siglo VI dijo de la copa que “inspiraba
el genio profético, confería la sabiduría y mostraba a sus adoradores la
ciencia del porvenir”. Los celtas fueron cristianizados y es entonces que el
esoterismo cristiano toma este símbolo. Este esoterismo cristiano estaba sin
duda representado por organizaciones iniciáticas como los templarios y los
cátaros, quienes, según la tradición, lo custodiaron.
La versión que nos ha
llegado del vaso sagrado viene de la edad media a través del llamado “ciclo del
Grial”, al que pertenecen principalmente Chrétrien de Troyes, Robert de Boron y
Wolfram Von Eschenbach. Los tres autores admiten ser sólo transmisores de la
historia, la misma que han recibido de personajes extraños. La historia es la
fusión del ciclo artúrico con el tema del Grial retomado por el cristianismo.
"Santo Grial", óleo de Antonio García Calvente, "Totom" |
PÁRZIVAL TRAS EL GRIAL
La historia o leyenda
simbólica narra el camino iniciático de Párzival, el caballero bermejo. Él
crece recluido en un castillo sobreprotegido por su madre, quien lo cuida de
ver caballero alguno, pues por la caballería había perdido a su esposo y
primeros hijos.
Párzival, de mirada
limpia, fuerte y piadoso, se pasea un día por el bosque. Escucha el “lenguaje
de los pájaros” y ve venir unos caballos a quienes confunde con ángeles. Les
ruega le indiquen cómo puede él ser caballero. Parte del castillo del rey
Arturo, iniciando sus aventuras, aunque es con un misterioso hombre sabio de
quien aprenderá el manejo de las armas. Promete al ermitaño no hablar de más y
no hacer preguntas de más. Por eso, cuando se encuentra en el castillo del rey
Pescador y ve por primera vez el Grial y la lanza, se calla por la promesa
hecha. Después, al conocer su fracaso, el de no poseer el Grial, Párzival se
olvida de Dios. Pierde la razón.
Después de cinco años
de errar como vagabundo, un Viernes Santo Párzival se encuentra con el ermitaño
Tamezin, quien le hace regresar al camino de Dios. Le enseña palabras sagradas
y le explica que cuando vea de nuevo el Grial, pregunte por él. Así, nuestro
caballero parte en busca de la copa sagrada. Cuando se ve frente a ella, que
“resplandece más que todas las estrellas juntas”, el rey Pescador le explica
que es la copa que contiene la sangre de Cristo. El caballero bermejo se hace
del Grial.
EL CORAZÓN DE JESÚS
Si bien el Grial es un
objeto visible –copa o piedra-, es sólo símbolo de una realidad invisible. El
Grial simboliza el conocimiento puro. Esto queda claro en la historia sobre el
origen del Grial: Lucifer llevaba en la frente una esmeralda, signo de su
estado angelical o paradisíaco (esto nos hace recordar el Tercer ojo de Shiva
con el cual el dios hindú destruye a Kama, el deseo). Pero Lucifer se rebela
contra su Señor. Entonces el arcángel Miguel y las fuerzas de la luz pelean
contra él y sus huestes. Es vencido. Lucifer pierde la piedra de su frente, la
misma que cae a tierra. Con ella, los ángeles buenos fabrican el Grial.
La búsqueda del Grial
es el reconocimiento de nuestra naturaleza deimórfica. La renuncia a nuestro
falso yo que nos hace ser soberbios y no someternos a lo Único, a Dios, el
Señor de los Mundos. El Grial es la visión directa de lo divino, la cual nos
era natural en el Paraíso antes de la caída.
Podemos señalar aquí la
relación del Grial con el corazón, que lejos de indicar sentimentalidad
representa al Intelecto, el ojo que nos hace ver la Unidad. Esto es el Sagrado
Corazón de Jesús. Recordemos también que el jeroglífico de los antiguos
egipcios para el corazón es un vaso. El corazón es el que contiene la sangre al
igual que el vaso. Por eso da la vida y es el centro del hombre como universo.
Algunos custodiaron el
vaso santo o tal vez aún lo posean. Para Wolfram Eschenbach, los ángeles al ver
que los hombres se volvían impuros se lo llevaron al cielo o al oriente. Párzival
lo vio después de pasar muchas pruebas. Con corazón, con voluntad y con la
gracia de Dios. Por eso hay que ponerse en camino para recuperar nuestro estado
original. Acceder al vaso santo y ser inmortales, pues “cuando bebemos de la
copa bendita, nos hacemos uno con Cristo en su sangre” (I Corintios 10, 16).
*Por
Enrique Paz Castillo [2005].
**Imagen
de Portada: Óleo “Santo Grial” de Antonio García Calvente “Totom”.
De:
totom.site
**Imágenes:
Difusión.
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