César Abraham Vallejo Mendoza:
Te escribo hoy, septiembre del 2022, conmemorando los 100 años de tu excelsa obra Trilce, desde aquí, desde Trujillo, desde la capital de la marinera y el eterno sol, por donde tantas veces te llevó tu andar hasta tu amado Santiago de Chuco, tu terruño natal.
Cuando corría el año 1920, viviste uno de los momentos más dolorosos y decisivos en tu existencia, por lo que ocurrió después de las fiestas del Apóstol Santiago el Mayor, Patrono de tu pueblo.
Sé que regresabas cargando en tu alma penas de amor, nostalgia por las ausencias de tus entrañables amigos González Prada y Abraham Valdelomar, por la insondable tristeza de haber perdido, dos años atrás, a tu madre, doña María de los Santos Mendoza; pero, tenías la ilusión de niño de volver a verla y sentías que te estaba esperando en el pórtico de la casa. También te afligía la situación política convulsa que vivía el mundo, tu patria amada y tu querido Santiago de Chuco; contexto parecido al que vivimos hoy. Sé que en Trujillo te encontraste con tus amigos de la bohemia que te recibieron como poeta. Momentos y vivencias que constituyeron material para los tantos temas que escribiste en cárcel, como el poema LXXV, "Estáis muertos...", al observar el sosiego y tranquilidad de los transeúntes que, comparado con la agitación de la urbe limeña, parecían muertos...
Llegaste a tu Santiago de Chuco el 1 de mayo de 1920, en la madrugada, con tus penas y añoranzas, con el deseo inmenso de visitar la casa materna, a lomo de caballo, y como equipaje: unos cuadernillos de composiciones de lo que sería, más tarde, Trilce, tu obra maestra.
Al tocar la puerta de madera de la casa paterna, tu angustia ante la tardanza en abrirla, fue tal, que luego sería motivo para escribir el poema LXI: "Esta noche desciendo del caballo, / ante la puerta de la casa, donde /... Está cerrada y nadie responde...". Te recibieron con sendos homenajes familiares y de amigos. Las celebraciones patronales del pueblo terminaron el 1 de agosto con el incendio y saqueo de la tienda del comerciante Santa María Calderón y, por este episodio confuso, te acusan como participante y azuzador. Ante tamaña infamia, te aconsejan esconderte mientras se aclaran los hechos. Lo haces en la casa de tu mejor amigo, Antenor Orrego, en Mansiche; pero tu escondite fue descubierto, ¡y te encarcelan por 112 días!, desde el 6 de noviembre de 1920, hasta el 26 de febrero de 1921. Solo contabas con 28 años. Encierro injusto, traumático y doloroso, para una persona sensible, humana y luchadora por la libertad y justicia social.
Debió ser una experiencia devastadora para un ser humano como tú. Te diré, mi Poeta, que hoy mismo vivimos situaciones parecidas o iguales. Hoy, también la mentira sigue vistiendo de verdad; y la verdad es encerrada, amordazada y no escuchada.
Cuánto sufrimiento ante estas injustas condenas. Y ya, entre las cuatro paredes de tu celda, arropado tan solo por tus letras y la libertad de tu pensamiento hecha palabra, escribes tus poemas, escribes Trilce, tu excelsa obra. Durante esos días oscuros e interminables, recurres en forma imaginaria y poética a las vivencias y recuerdos de tu infancia y de tu pueblo, como en el poema Trilce III: "Las personas mayores/ ¿a qué hora volverán?", también en el poema LXV: "Madre, me voy mañana a Santiago,/ a mojarme en tu bendición y en tu llanto. Acomodando estoy mis desengaños y el rosado/ de mi llaga de tus falsos trajines...". Cuánto dolor, poeta, y cuánto amor y respeto a la madre, eje principal de la familia. Cuánto amor filial, cuánta hermandad y verdadera amistad, y cuánto amor a tu tierra de origen, a los tuyos. Y cuánto dolor por el sufrir de sus habitantes, por los conflictos sociales de entonces.
Poeta de la nostalgia y el sufrimiento, de la solidaria y profunda humanidad humana y poeta de la palabra que marcó una época literaria. Estos 112 días fueron, según tus propias palabras, "el momento más grave de mi vida". Pero, te permitió traer al recuerdo todas tus vivencias desde niño hasta ese entonces y de presagiar el futuro. Es cuando ansiabas volver a ser niño y buscar protección en el vientre materno porque solo allí te sentías seguro y acompañado. Hiciste personal todas las vivencias de injusticias de ese entonces. Según André Coyné, las hiciste personal y coloquial, desde el lenguaje, usando neologismos y arcaísmos, palabras olvidadas traídas a tu memoria, las palabras propias de tu pueblo y de tu lengua quechua. Las resucitaste, Vallejo. Las resucitaste como símbolo de identidad, esa identidad ancestral que hoy también tratan de borrar.
Sabemos que el nombre de tu obra Trilce fue inventada por ti. Y por ello, muchos estudiosos le dan diversos significados a la palabra Trilce. Lo cierto es que Trilce es una palabra sonora, melodiosa y agradable para el poemario más importante. Considerada por los estudiosos, la obra cumbre de la vanguardia poética. Está conformada por 77 poemas enumerados con dígitos romanos. Existen 169 palabras raras o inexistentes. Son palabras muertas, a las que tú, Vallejo, supiste inyectar dosis de vida. Y siguen vivas a la fecha y por siempre. El mundo, hoy, las lee y las sigue interpretando, queriendo arrancarle lo que significaron para ti. Y tú sigues insuperable porque escribiste con la intimidad de tu lengua sonora y vibrante, rompiendo con las normas establecidas. Y de allí, tus detractores que calificaron tu poesía como inentendible y la despreciaron, sin imaginar que, con Trilce, diste un paso muy por delante de todos los que te criticaron y odiaron. La ubicaste en el Vanguardismo. La publicaste como primera edición en los Talleres de la Penitenciaría de Lima, en 1922, con un tiraje de 200 ejemplares, prologado por Antenor Orrego. Y por eso estamos este año 2022, de fiesta, celebrando a Trilce Centenario. Cuántas lecciones de vida vigentes y cuánta inspiración nos has dejado, querido César del Perú:
-Tu creer en Dios, en el Ser Superior que, ante las dificultades buscamos alguna respuesta y consuelo. A veces, uno se desespera y pregunta ¿por qué?
-El valor de la madre como símbolo familiar, de unión, de ese hogar seguro a donde pueda uno regresar ante cualquier dificultad. Lo dices en tus poemas LXV y Los Pasos Lejanos.
-El amor a la patria inmortal y a tus orígenes. Viviste orgulloso de tu raza mestiza, del idioma quechua y costumbres alimentarias.
-Los valores éticos y civiles que hoy se van perdiendo debido a la corrupción y la injusticia.
-Tu humanidad que se siente cuando aflora la ternura del niño, la bondad, la paciencia, cuando dices: "...y hacerle pedacitos de pan fresco/ aquí, en el horno de mi corazón".
-La solidaridad, igualdad, justicia social que practicaste siempre, desde cuando eras Juez de Paz, en Santiago de Chuco.
Devastado, destruido, arruinado y sin trabajo, te siguieron persiguiendo. Pero, con la mano amiga de Antenor Orrego, viajaste hacia el exilio, a París, lleno de nostalgia. Y no volviste más a tu patria amada, por vanos intereses. Viajaste en el Vapor "La Oroya", el 17 de junio de 1923, con una pequeña maleta con ropa, un libro para aprender francés, unos ejemplares de Los heraldos negros, Trilce y Escalas; y con 500 francos en tu bolsillo para hacer frente a los gastos de unos pocos días en París, centro de la cultura.
Antes de terminar esta misiva, sabrás tú que te han resarcido el daño injusto, te han declarado inocente. Casi 100 años después, ha despertado el Poder Judicial para dictar desagravio a tu persona, por una condena injusta, ofreciendo un documental: "Desagravio a Vallejo, de juez a injusto reo", hecha por el Poder Judicial en la ciudad de Trujillo en el año 2015. De esta forma, reivindican tu imagen de poeta universal, dentro de la sociedad peruana y ante la historia. Así estamos, Maestro. La justicia sigue quebrantada; la impunidad, disfrazada como en otrora; pero sigue intacta la esperanza de generaciones que seguirán defendiendo la Libertad con justicia.
César Vallejo del Perú, eres el Poeta Universal. Eres el poeta que marcó una época literaria, el que rescató vocablos de la identidad. Esa identidad que nunca será olvidada a pesar de intereses mezquinos, y del mundo globalizado, que quieren desaparecer las lenguas y costumbres aborígenes.
Tengo, pues, la certeza de que, a pesar de las 112 auroras perdidas, por ilegal e injusto encierro, te valieron para escribir las obras que has legado al mundo. Te ubicaste en París a la altura de los escritores más sobresalientes del mundo. Y, desde allí, sigues vistiendo los clásicos ternos gris o negro, abrigo largo, birrrete y tu clásico bastón. Y, como siempre, elegantemente vestido por las calles de París, estarás loando hoy a Trilce en su centenario.
Mercedes Uriarte Latorre.
Trujillo, 2022.
*Cortesía de Mercedes Uriarte Latorre.
**Imagen de Portada: Obra de Antonio Zegarra.
(De "Proyecto Vallejo, un rompecabezas monumental". Facebook El Cultural)
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