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“Conversación entre Lou Marinoff y Daisaku Ikeda”

IKEDA: El tema de la curación tiene mucho que ver con la filosofía, que, justamente, se considera un bálsamo del espíritu humano. En Pregúntale a Platón, usted comienza su apartado sobre las “ocho maneras en que la filosofía puede cambiar nuestra vida” con una cita del filósofo griego Epicuro sobre la curación.

Vana es la palabra del filósofo que no cura ningún padecimiento del hombre. Pues así como de nada sirve la medicina si no expulsa las enfermedades del cuerpo, tampoco hay provecho alguno en la filosofía si no expulsa el sufrimiento de la mente.

En esta conversación hablemos entonces sobre la curación, enfocándonos en su naturaleza y en el tipo de heridas que es necesario curar.


MARINOFF: Estaré encantado de discutirlo con usted. La curación es un tema importante en la actualidad porque las personas la necesitan  sobremanera.


IKEDA: Recuerdo que en la década de 1990, durante una larga recesión que causó sufrimiento a gran parte de la población, en el Japón se usaba mucho la palabra iyashi, que significa “curación”. De hecho, se puso tan en boga que, en 1999, iyashi fue la “palabra del año”. En inglés moderno, el verbo heal, “curar”, deriva del término hal en inglés antiguo, que denota algo total, completo e íntegro.


MARINOFF: Totalidad, salud e integridad son, en efecto, las denotaciones originales de hal. Hasta el día de hoy, en inglés a menudo describimos a una persona sana diciendo que está “hale and hearty” (fuerte como un roble).


IKEDA: De modo que, en inglés, la idea de salud (health) y la idea de totalidad (wholeness) tienen un mismo origen.


MARINOFF: Usted fundamenta de forma convincente el significado de health (salud) en su etimología anglosajona. Podemos concebir a una persona integrada como aquella cuyas distintas partes y aspectos están ordenados y funcionando en sintonía, posibilitando el rendimiento óptimo de su ser.

La preocupación helénica por los números racionales reflejaba la conciencia que tenían los griegos sobre la importancia de las proporciones integrales. Como bien sabe, un número racional es el que puede representarse como la proporción de dos números enteros. Los griegos percibían una relación entre las propiedades integrales de los números y la integridad humana. De ahí que se  alteraran al descubrir los números irracionales (como la raíz cuadrada de 2), pues temían que una irracionalidad inherente a las matemáticas también podría condenar a la ética y la política a irracionalidades inherentes, haciendo inevitables los fallos de carácter individuales y los conflictos políticos colectivos.

¿Cuál es la etimología de iyashi? ¿Tiene una correspondencia similar con totalidad e integridad?


IKEDA: Veamos… El  carácter iyashi ( ) tiene muchos significados. En él se combinan dos elementos principales: una raíz que significa “enfermedad”, dentro de la cual hay otro elemento formado de dos partes centrales: arriba, varios trazos que, tomados en conjunto, significan drenar un forúnculo con una lanceta; abajo, el carácter que denota “corazón” o “mente”. En otras palabras, el ideograma en su totalidad representa la idea de aliviar el malestar de la enfermedad, restablecer la salud e infundir tranquilidad psicológica.

Otra interpretación es que la parte central de carácter representa una barca hecha en un tronco tallado y ahuecado; la suma del trazo “mente”, debajo de él, implica que lo que se excava y se elimina son las aflicciones. Según esta acepción, las dos partes interiores combinadas con la raíz de “enfermedad” transmiten la idea de extirpar o quitar las enfermedades del interior del cuerpo.

Ambas explicaciones tienen diferentes matices, pero una y otra denotan “curar la enfermedad”.


MARINOFF: Resumiendo, iyashi significa quitar algo malo y restablecer la buena salud y la integridad.


Lou Marinoff


LAS AFECCIONES CAUSADAS POR EL ESTILO DE VIDA.-              


IKEDA: Este significado de iyashi es muy similar al concepto budista del amor compasivo, que también combina la idea de eliminar el sufrimiento y generar alegría. En general, iyashi implica  restablecer en el cuerpo y la mente la armonía y el equilibrio para reintegrarlos a su estado pleno y saludable.

La Organización Mundial de la Salud define la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Ese “bienestar social” conlleva una participación positiva en el mundo circundante, que comienza en el hogar y en el ámbito laboral.

Por lo tanto, la buena salud es un estado de equilibrio y de armonía en cada aspecto de la vida; es decir, mucho más que la ausencia de patologías. Esta definición, sin embargo, al parecer no goza de aceptación universal.


MARINOFF: La definición de la OMS es a un tiempo cierta  y un tanto idealista, cuando no utópica. Incluso las personas con un cuerpo y una mente sanos están implicadas en situaciones que distan mucho de ser saludables.

He vivido en EEUU desde 1994, y mi impresión es que la comprensión que tienen los estadounidenses de la palabra “salud” es muy pobre. Uno se ve abocado a concluir que Estados Unidos se ha convertido en una sociedad que padece una enfermedad crónica.

¿Cabe considerar que alguien esté verdaderamente sano en el sentido completo, cosa que parece equivalente a una especie de perfección que por el momento no es observable ni alcanzable en esta tierra?

La actual epidemia de obesidad y consumo excesivo de comida basura indica que se tiene poca conciencia de la influencia que la nutrición tiene en la buena salud. Además, son demasiados los estadounidenses que no hacen suficiente ejercicio, dejando así de dar incluso pasos más elementales para mantener una buena salud física.


IKEDA: En el Japón también se observan tendencias similares a las que prevalecen en los EEUU, como usted acaba de señalar. Para dar un ejemplo, dos tercios de las muertes producidas en el Japón se relacionan con “afecciones causadas por el estilo de vida”. Como lo indica el nombre, estas son enfermedades asociadas a los hábitos alimentarios, al sedentarismo, al trabajo y al patrón de descanso. Es una tendencia que se está estudiando seriamente en distintos países: los alemanes la llaman zivilisationskrankheit o  “enfermedades de la civilización”; los suecos, välfärdssjukdomar o “enfermedades de la abundancia económica”. Lo más triste es observar que este tipo de patologías comienzan a extenderse a los niños, nuestros tesoros del futuro.


MARINOFF: Se trata de un problema muy grave. Las actuales epidemias occidentales –observables en Europa y Norteamérica—obesidad, acoso, hedonismo y consumismo, junto con el deterioro del tejido social, la deconstrucción de la educación, el desmoronamiento de la comunidad y el descenso de la tasa de la natalidad, parecen síntomas de una enfermedad grave y quizá terminal de la propia civilización occidental.

En la medida en que el Japón está occidentalizado, los japoneses también la padecen. Un pronóstico optimista diría que esos trastornos sociales y enfermedades culturales son, en principio, reversibles; implicarían un proceso presidido por un  liderazgo firme, un ejemplo saludable, una educación eficaz, la inculcación de la virtud y la paliación de la ignorancia.


IKEDA: Aunque las enfermedades de la civilización no son estrictamente contagiosas, en un sentido muy real se transmiten de una persona a otra, ya que la cultura es colectiva y el medio ambiente se comparte. En julio del 2007, un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard provocó un gran revuelo al anunciar, después de treinta y dos años de estudio, que la obesidad puede transmitirse a familiares y amigos.

Como es natural, los niños son muy susceptibles a la influencia del entorno familiar. Para prevenir la aparición de enfermedades causadas por el estilo de vida, es fundamental que los pequeños reciban información correcta sobre la salud y que pongan en práctica hábitos saludables. Pero esta gran responsabilidad recae, principalmente, en los padres. Cada persona debe aprender a conducir su vida con sabiduría.

Por otro lado, también debemos observar críticamente en qué dirección se mueve la sociedad y, si fuera necesario, inducir un cambio de rumbo. Esto me hace pensar que otra de las funciones esenciales de la filosofía es, justamente, examinar la información y las prácticas con un enfoque crítico, ¿no es así?


MARINOFF: Sí, en efecto. La filosofía enseña que la capacidad de pensar críticamente es inestimable en la vida cotidiana y esencial para los profesionales de todo tipo. En cuanto a examinar críticamente las normas y costumbres, los filósofos desempeñan el cometido nietzscheano de ser “médicos de la cultura”

Si evaluamos los EEUU desde este punto de vista, vemos que su capital intelectual está disminuyendo en picado. El sistema educativo se ha vaciado de contenido, mientras que los medios de comunicación consienten sin cesar la demanda de escándalos de celebridades y sensacionalismo barato. Un exceso de medios visuales junto con una institucionalizada falta de atención a la tradición escrita han producido una generación de niños  con un nivel cognoscitivo lamentable, y millones de ellos son medicados a diario con estimulantes.

A pesar de todo esto, muchos norteamericanos siguen creyendo que el dinero resolverá todos sus problemas. La verdad, nunca he visto tanta desdicha en medio de semejante abundancia.


IKEDA: En ciertos aspectos, es cada vez más difícil mantener una vida sana. Uno debe realmente luchar para no perder la salud. Esa salud se “conquista” a través de inteligencia y de esfuerzo.

En algunas personas, el encuentro con la enfermedad abre una nueva visión de la vida, permite redescubrir su propósito, y vivir de manera más valiosa. Conozco a muchas personas que, aun sin tener un perfecto estado de salud, están contribuyendo positivamente a mejorar la salud de la población.

Y, a la inversa, otros tal vez no padezcan enfermedades físicas, pero eso no necesariamente significa que tengan una vida plena y sana. Según las escrituras budistas, “aunque alguien tenga gran fuerza física, si carece de espíritu resuelto no podrá aprovechar ninguna de sus aptitudes”. Por eso es importante pensar con detenimiento en qué consiste, de verdad, vivir sanamente.

Daisaku Ikeda


LA IDEA DEL VITALISMO.-


IKEDA: Nichiren emplea la siguiente analogía para expresar los efectos del altruismo: “El que enciende una antorcha para iluminar a otros, también alumbra su propio camino”…

El cambio interior y la autosuperación espiritual producen una enorme esperanza. Todos tenemos defectos, así sean grandes o pequeños. En tal caso, lo que debemos hacer es tratar de transformarlos sabiamente y con una actitud positiva, e ir en busca de una nueva creatividad interior. El filósofo y educador John Dewey creía que la humanidad tenía un “recurso inexplorado”, y que ese recurso era, justamente, el propio ser humano.

Todos poseemos un potencial interior ilimitado. A mi entender, la forma de construir una vida realmente sana es desarrollar al máximo ese potencial que cada uno posee y, al mismo tiempo, crear valor en bien de los semejantes y de la sociedad.


MARINOFF: Definir el bienestar o la salud desde el punto de vista de la vitalidad equivale a abrir una vía filosófica muy interesante; a saber, la idea del vitalismo. La idea de que la vida encarna una fuerza vital se ha visto desacreditada pero no refutada por los avances del siglo XX en Biología materialista. Si la naturaleza de la curación es la que restablece la vitalidad, debemos tener en cuenta la fuerza vital que anima a los seres vivos.


IKEDA: ¿Qué es la vida? Esta es la pregunta fundamental que la humanidad tiene delante. El budismo Nichiren define los tres atributos más elevados de la vida mediante los tres significados del ideograma myo (literalmente, “místico” o “prodigioso”): “abrir”, “estar plenamente dotado” y “revivir”. “Abrir” significa activar las posibilidades infinitas en la vida. “Estar plenamente dotado” se refiere a la función integradora y unificadora del ser, que armoniza todos los  fenómenos y aspectos mediante la sabiduría y el amor compasivo. “Revivir” es restaurar lo que se ha dañado o perdido y permitir la expresión de las virtudes restablecidas. Cuando el sujeto emplea estas tres funciones y libera las energías que residen en lo más hondo de su ser, cuenta con la fuerza vital necesaria para vivir creativamente.

El budismo también enseña que el individuo es un microcosmos. Compara la forma redondeada del cráneo con la bóveda celeste; el cabello con la profusión de estrellas; las cejas con las siete constelaciones del hemisferio septentrional; los ojos, con el sol y la luna, y la vigilia y el sueño – es decir, los ojos abiertos y cerrados- con el día y la noche. Nichiren señala que “el sol, la luna y la miríada de estrellas existen en nuestro interior”. Esto ofrece una visión realmente grandiosa y amplia de la vida.

En otras palabras, el sol del Levante, el sereno resplandor de la luna, el fúlgido titilar de las estrellas en el firmamento, todo existe y tiene correspondencia en nuestro propio ser. Y esto implica que, aun en las épocas y en los momentos más sombríos, cada uno de nosotros sigue siendo un sol luminoso. Cada ser humano corporifica la sublime Ley que permea el universo.

Los procesos de curación son oportunidades para recuperar el estado primigenio de equilibrio, salud y “bien-estar” que la vida posee en forma intrínseca.


MARINOFF: Casi todas las personas procuran mantener un equilibrio de bienestar que cabe asemejar a un estado vital sereno. Las perturbaciones externas o internas que causan infelicidad o malestar a veces rompen ese equilibrio. Por consiguiente, la curación consiste en cualquier intervención o proceso que permita o cause el restablecimiento del estado vital.

 


 

 

*Extraído de EL FILÓSOFO INTERIOR

Conversaciones sobre el poder transformador de la filosofía

(Conversaciones entre Lou Marinoff y Daisaku Ikeda)

Autor: Lou Marinoff

Páginas: 85 - 95

Editorial: B.  España.

*Imágenes: Difusión

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