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Entre los peores crímenes contra los Derechos Humanos, se encuentran las inhumanas desapariciones forzadas de personas.

 

Se producen desapariciones forzadas siempre que:

                                                

“Se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas, o que estas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes gubernamentales de cualquier sector o nivel, por grupos organizados o por particulares que actúan en nombre del Gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su asentimiento, y que luego se niegan a revelar la suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la libertad, sustrayéndolas así a la protección de la ley”. (Fuente: Naciones Unidas)

 

En diferentes partes del mundo, aún se presenta esta lamentable problemática.

 

Actualmente, en el ejercicio del derecho a protestas o marchas, siguen habiendo víctimas de desapariciones forzadas…

 

En el Perú, todavía hay personas que esperan respuestas por sus desaparecidos y desaparecidas. Víctimas de una época de terror, donde en nombre de la lucha  contra el terrorismo, familias perdieron a sus seres queridos no solo a causa de ataques de estos grupos del terror, sino también por los servidores del Estado, quienes con pretexto de combatirlos, vulneraron los derechos de los ciudadanos y ciudadanas a quienes debieron proteger. Porque, por citar un ejemplo, es obvio que las violaciones a mujeres secuestradas, nada tenía que ver en la guerra contra el terrorismo.


Es el Estado el que debe dar respuesta a estos peruanos y peruanas que aún esperan conocer lo que pasó con sus desaparecidos y desaparecidas. Algunos familiares ya fallecieron sin llegar a conocer lo que pasó con sus parientes, amigos o vecinos que injustamente fueron víctimas por partida doble de esta etapa, donde el Perú fue afectado grandemente por este conflicto armado, por esta etapa de irracional violencia. Se sembró y cosechó terror.


Sin embargo, no solo estas familias necesitan respuestas. El país necesita respuestas.


Las investigaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, escucharon a las víctimas, y/o familias de éstas. El atropello a los Derechos Humanos fue despiadado. La indiferencia del gobierno cuando el terrorismo no llegaba a la capital, no es de sorprender. Recién lo contemplaron en toda su dimensión cuando llegó a Lima.


Pero antes de eso, varias ciudades peruanas vivían y sufrían a causa del terrorismo de Sendero Luminoso, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru  y también de sus autoridades y/u organismos del Estado. Muchas personas fueron secuestradas, torturadas, asesinadas y desaparecidas, ante la cacería de terroristas, sin importar que no fueran terroristas. Se cometieron demasiados atropellos e injusticias. El terror lo infligió también el Estado.


La verdad es dura, sin embargo, es la verdad; y las Víctimas de desapariciones forzadas merecen que se la conozca y difunda.


Es evidente, que un pulcro análisis sobre las razones o las causas del surgimiento de grupos terroristas, o del terror causado por la policía, militares y grupos paramilitares, tendrá “justificaciones” aparentes para todo ello. Empero, la vida de un ser humano no puede ser secuestrada, atropellada y arrebatada bajo cualquier doctrina o consigna, venga de donde venga.


Conmemorar el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas (30 de agosto), es enfatizar la lucha contra esta inmisericorde vulneración de los Derechos humanos, es visibilizar esta problemática, es levantar la voz y pedir justicia para estas víctimas, es apoyar a las y los sobrevivientes, es solidarizarnos con familias que viven una vida de sufrimiento y desconsuelo por no saber dónde están sus seres queridos o sus restos de ellos…

 

Es el derecho a la verdad de las familias; es realizar la reparación moral y civil de las víctimas y sus familias; es el derecho a la verdad de todos los peruanos y peruanas, es reconstruir la memoria histórica de nuestro país, es empezar a construir un país mejor.



*Por Eizo Pinto.

*Imagen de Portada: lum.cultura.pe

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